por coronel (r ) Carlos Alfonso Velásquez
Mientras que en la COP16 se presentaron sesenta stands de “negocios verdes” caracterizados por ser amigables con el medio ambiente, es decir por respetar la naturaleza, en una muestra más de incoherencia, desde el gobierno nacional se toman decisiones que contrarían de manera flagrante la naturaleza humana, facilitando además un negocio redondo.
Es el caso de la reciente circular del Superintendente de Servicios de Salud de Colombia, Luis Carlos Leal, con la pretensión de que los niños con problemas psicológicos de identidad sexual, puedan recibir tratamientos hormonales sin el consentimiento de sus padres. De esta manera, queda en evidencia la supina ignorancia y ausencia de criterio del superintendente, acompañado del silencio omisivo, tanto del ministro de salud como del presidente Petro.
Respecto al negocio redondo que se facilitaría, no es sino mirar hacia los EE. UU trayendo a colación unos elementos de juicio expuestos en un artículo publicado en “Mercatornet”por Michael Cook en agosto, donde se demuestra que la medicina transgénero convierte en obsoleto el juramento hipocrático, pues su primer principio no es “no hacer daño” sino obtener ingentes beneficios económicos.
Allí se lee que la defensa de las personas transgénero forma parte de la campaña de Kamala Harris a la presidencia de EE.UU. La escogencia de Tim Walz como fórmula vicepresidencial fue una fuerte señal para el movimiento LGBTQI+, porque hizo de Minnesota un refugio para las personas “trans”. En una reunión vía zoom convocada por “Trans Folks for Harris” la activista Charlotte Clymer declaró: “Tenemos mucho más poder del que creen, eso es seguro. Y cuando usamos ese poder, cuando nos organizamos juntos y nos apoyamos unos a otros, podemos hacer grandes cosas”.
Lo cierto es que, si efectivamente las personas “trans” tienen mucho poder, esto se debe, no a la cantidad de ellas sino al hecho, poco analizado, de que la medicina “trans” es una industria poderosa y en crecimiento con un valor de miles de millones de dólares. Por ende, no es solo el poco número de personas trans las que están involucradas, sino también una miríada de inversores, corporaciones, médicos, enfermeras y personal de apoyo.
Hablando de dicha industria, una emprendedora trans- Katherine Anthony- le describió a la revista Forbes en 2020 la dimensión del potencial mercado: “La tecnología trans es una industria en ciernes con una enorme oportunidad, nuestras estimaciones sitúan el costo promedio de la transición en USD$150,000 por persona. Multiplique eso por una población estimada de 1,4 millones de personas transgénero, estamos tomando un mercado de más de 200 mil millones de dólares. Eso es más grande que toda la industria del cine”.
Aún más, hace un par de meses, el American Principles Project publicó un estudio revelador de los hechos y cifras de la medicina “trans”. “El Complejo Industrial de Género” había encargado a una empresa de investigación de mercado, (Grand View Research) que estimara el costo de los medicamentos y procedimientos quirúrgicos involucrados en la transición, el crecimiento estimado de los ingresos actuales y futuros del mercado y los actores más importantes. Leído el informe, es difícil no concluir que “La prevención, el retraso o cualquier interrupción farmacológica y especialmente quirúrgica del proceso que llamamos pubertad es un crimen contra la humanidad. Es horrible lo que les hacemos a los niños”, dijo a los autores del informe un cirujano que solía trabajar en medicina “trans”. “Las cirugías, las revisiones y todas esas cosas, es un gran negocio”.
Otros hallazgos de dicho informe incluye que los posibles efectos sobre la salud de someterse a una transición son numerosos, incluido un mayor riesgo de cáncer, daño a los nervios, dolor crónico, disfunción sexual, problemas de salud mental y la necesidad de cirugías adicionales, todo lo cual aumenta los costos. También se estimó que varios proveedores de cirugía transgénero, incluidos Cedars Sinai, los Regentes de la Universidad de Michigan, el Sistema de Salud Mount Sinai y varios otros, generaron más de USD$100 millones en ingresos por estas prácticas durante el 2022. Más aún, las farmacéuticas Pfizer y AbbVie lideran la producción de hormonas, con unos ingresos en 2022 de 74 y 51 millones de dólares respectivamente, procedentes de esos productos. Se estimó que los ingresos totales de medicamentos y cirugías transgénero en 2023 superarían los 4.400 millones de dólares.
Es que la transición transgénero no es solo una cuestión de unas pocas visitas al médico y pocas inyecciones. Es un compromiso de por vida con la medicación regular y una larga serie de procedimientos quirúrgicos. Por esto, las personas “trans” están desembolsando enormes sumas para lidiar con su disforia de género, una condición psicológica que de todos modos probablemente no se puede resolver con hormonas y cirugía.