Ana Lucía Forero, artista conceptual. Foto de Juan Carlos Sierra, Revista Semana.
Ana Lucía Forero cree en la energía del agua. En su fuerza y en su poder de purificación. “Un 70 por ciento de nuestro cuerpo es agua. El ser humano no puede vivir por más de una semana sin ella”, se explica. Por eso, cuando quiso realizar su sueño de infancia de convertirse en artista, esta bogotana creyó que no existía mejor ‘lienzo’ que este elemento natural.
Ayudada por una serie de pinturas especiales en aceite, esta artista convierte cualquier cuerpo de agua en el refugio de sus creaciones. Lagunas o humedales. Y una vez las crea sobre el agua, las plasma después en telas de varios estilos, como velos, satines, organzas, sedas y hasta jacquard, que luego se transforman en piezas únicas: desde una delicada pashmina hasta telas para muebles.
Se trata de una técnica única que ha llevado hasta rincones de Europa como el Palacio Real de Madrid y el Palacio de Cristal en Oporto. Su obra también ha sido aplaudida en Venecia, Santiago de Compostela, Baiona y Gondomar, en España. En Colombia, ha expuesto en Bogotá, Santander, Cundinamarca y Boyacá. Incluso, ha estado nominada al premio Lápiz de Acero en 2003, por su propuesta de joyas en papel.
Pero, antes de entregarse al arte de la pintura sobre el agua, Ana Lucía se convirtió en abogada de la Universidad Santo Tomás. “Mi padre no estaba de acuerdo con que fuera artista plástica, no creía que el arte fuera una carrera que le diera a uno para vivir. Ejercí como abogada durante cinco años y después conocí a un diseñador y fotógrafo que me cambió la manera de ver la vida. Él se convirtió en mi maestro. Eso me cambió la forma de ver la vida, le hice caso a mi corazón y me dediqué al arte”, relata Ana Lucía.
El arte de pintar sobre el agua
Su trabajo lo define como ‘cromoexpansión’, una forma de entender el arte con el que pretende “comunicar sentimientos y sensaciones” a través del color y el movimiento. Por ello, asegura que su trabajo es el milagro del agua y de la luz.
Para Ana Lucía, el agua le despierta una “gran fascinación”. Y en sus primeras memorias “está siempre la imagen del mar, de la lluvia, del río, los charcos, los estanques, las gotas de agua en los cristales, las formas caprichosas de movimiento reflejadas en la pared al atravesar el cristal, el rocío sobre las plantas, el agua es mágica”.
Esta bogotana recuerda, por ejemplo, la primera vez que observó la nieve y que marcó su vocación por el arte. “Fue en el pico del nevado del Ruiz, detallé las formas de las nubes, vi la neblina ascendiendo a la montaña. Analicé cómo los colores y pigmentos al entrar en contacto con el agua se transforman en bellas formas”
Como artista plástica, Ana Lucía cuenta que antes de darle forma a cada propuesta alista los colores que va a utilizar. Usa pigmentos especiales que trae desde España o Francia. Y cuando se dispone a colorear sobre el agua utiliza ocho o diez colores, como máximo. El agua también requiere de un proceso previa. Una vez la obtiene, deja que se asiente, “porque cuando baja del grifo está ‘estresada’”, explica. Entonces, la deja en reposo por alguna horas; solo de después de eso, queda convertida en un lienzo perfecto.
Sobre el agua, las ideas van fluyendo. Y cada gota cuenta. Así que cada una de las propuestas que salen de esas horas de trabajo es única. Siempre, dice, busca sentir la tensión entre el agua y los materiales que utiliza como un horizonte.
Hoy en día, su propuesta artística se llama ‘Sumando esencias del agua de mi país’. “Algunas personas la llaman ‘Sumando espíritus de agua’, lo que me eriza la piel. Es fruto de mi recorrido por el territorio colombiano, en el que voy atrapando esas esencias o espíritus del agua y después guardándolos en botellas que luego utilizo en la construcción de la obra. Estas imágenes que observamos contienen esa filosofía, además de fotografías, videos, y pinturas realizadas en el lugar, la obra se alimenta y crece con las obras textiles que realizo en mi taller”, relata Ana Lucía, gran seguidora de las propuestas artísticas de figuras como Gustav Klimt y Marina Abramović.
“Nuestros ancestros dicen que la memoria del planeta está escrita en el agua y esa vibración al contacto con la piel nos acerca a la conciencia infinita del universo. Ese unir el arte con la vida nos permite comprender nuestra existencia en armonía con el medio ambiente, reflexiona Ana Lucía.
Hoy, a partir del trabajo de ‘Sumando esencias del agua de mi país”, en 2024 comenzó la construcción de una ‘Piel para la paz’. La primera obra que conformará esta ‘piel’ se realizó en el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y consistió en una obra a 16 manos, realizada junto con los pensamientos emociones, expresiones a viva voz y pinceladas de los miembros de la Junta Directiva del importante gremio periodístico.
TOMADO DE LA REVISTA SEMANA