Carta desde Alemania (12)… y llegó el otoño

Escribe el exdiplomático de la RDA, de los años ochenta en Colombia, Norbert B. Desde hace muchos años residente en la República Federal de Alemania, como profesor de los nuevos jóvenes alemanes. En su memoria siguen muy vivas las imágenes de Chía, la salsa de Olímpica Estéreo y sus amigos de acá.

Esto nos dice hoy Norbert:

Ya nos encontramos en otoño.

Ya en enero de este año sabíamos, nos esperarían meses difíciles.  Hasta el mes de mayo teníamos lluvias, frio, tiempo desagradable.
Pero en la historia alemana resultó un dicho que dice, si la primavera es fría y húmeda habrán cosechas grandes. Y así fue. En el campo la cosecha entre todas las cereales ha sido inmensa. Y tanta fruta en los árboles, tanta fresa, manzanas, ciruelas, peras y cerezas. Y la cosecha del lúpulo y de la cebada, muy buena. Y eso es muy muy importante para nosotros, la producción cervecera parece asegurada.

Nuestro rihachuelo

Y como soy gran amigo de frutas, me las comí en cantidades.

Hasta finales de agosto trabajé en las escuelas profesionales, dictando clases de matemáticas.   
No podíamos salir de vacaciones. Los meses de julio y agosto nos resultaron muy de verano. Pasamos los fines de semana en los prados de un lago, nadando, comiendo en donde el restaurante griego al lado, y bronceándonos.

A mitades de septiembre viajamos de vacaciones a Italia. Para tal fin hay que cruzar las montañas . Ya cayó nieve. Imaginase, en septiembre. Pero si, de vez en cuando eso ocurre.

Una vez haber llegado a la frontera italiana nos esperaban temperaturas de 25 grados.

Nuestro diario sendero

El mar mediterráneo nos sorprendía con temperaturas de más de 25 grados , como en el Caribe , y las playas vacías.  Nos descansamos una semana, y usted no puede imaginarse que tan rica es la comida. Muy diferente a la española. Muy liviana y fresca. Gozamos de la frutas como  melocotones, patillas, albaricoques.

Mientras tanto volvimos a la vida diaria. Y la vida es de verdad muy complicada en este país alemán.
Pero eso será otra carta.

La naturaleza se tranquiliza. Ya no se oye cantando a los pájaros. Las nieblas, día tras día, nos dejan sentir el frío húmedo.  Pero eso si es el otoño, cuando sale el sol, los árboles brillan en tantos colores, como rojo, café, amarillo. Qué lindo. Hoy en la tarde encendí la calefacción en la casa. Qué agradable…..

Alemania es mi patria. Y como dijo uno de los poetas más importantes de Alemania, Heinrich Heine, pienso yo de Alemania en la noche, pierdo mis sueños.

Acabamos de comprarnos una calabaza para una sopa. En nuestro pueblo vive una familia, la cual cultiva cualquier producto y se lo compramos en su pequeña tienda. Por allá me encontré con otra amiga y charlamos y reímos mucho. La misma campesina además estaba perdida en un árbol, y le «salvamos“ la vida, ayudándole a bajar del mismo. Qué alegría entre nosotros, que alegría por la vida. Qué energía nos dan estos momentos.

Llamativa fiesta alemana

Los niños de ellas y nuestra hija jugaban hace años conjuntamente futbol y tenis. Y así teníamos mucho que charlar. Y qué alegría, cuando le dije que Estefanía estaría en camino adonde nosotros para poder cambiar las llantas de su carro por unas de invierno en el taller de Martín, a unos cien metros de distancia. Los niños  siempre regresan cada rato a  su casa. Eso es la vida. Para eso estamos.

Ahora me preparo un té, lo mejoro con un poco de ron venezolano. Ya es oscuro. Coloco un disco con música clásica y me alegro de la vida.

Abrazos y saludos a mi
segunda patria.
Norbert