Tras un descanso, algo prolongado para un escritor disciplinado, renueva sus colaboraciones el hoy profesor Norbert W. Nuestro viejo amigo, desde los años 80 del siglo pasado, siempre añora a Colombia y su música salsa, que disfrutó y sigue disfrutando (ahora por Internet), desde cuando ejerció en Bogotá y Chía, como agregado de prensa de la extinta embajada de la RDA en nuestro país.
«A comienzos de este verano quería escribirle y ya nos encontramos en otoño.
Ya en enero de este año sabíamos, nos esperan meses difíciles. Hasta el mes de mayo teníamos lluvias, frio, tiempo desagradable. Pero en la historia alemana resultó un dicho : si la primavera es fría y húmeda habrá cosechas grandes. Y así fue. En el campo la cosecha, entre todas, la de cereales ha sido inmensa. Y tanta fruta en los árboles, tantas fresas, manzanas, ciruelas, peras y cerezas. Y la cosecha del lúpulo y de la cebada, muy buena. Y eso es muy muy importante para nosotros, la producción cervecera parece asegurada.
Y como soy gran amigo de frutas, me las comí en cantidades.
Hasta finales de agosto trabajé en las escuelas profesionales, dictando clases de matemáticas.
No podíamos salir de vacaciones. Los meses de julio y agosto nos resultaron muy de verano. Pasamos los fines de semana en los prados de un lago, nadando, comiendo en el restaurante griego de al lado, y bronceándonos.
A mitad de septiembre viajamos de vacaciones a Italia. Para tal fin hay que cruzar las montañas .Ya cayó nieve. Imaginase, en septiembre. Pero sí, de vez en cuando eso ocurre. Una vez haber llegado a la frontera italiana nos esperaban temperaturas de 25 grados.
El mar mediterráneo nos sorprendía con temperaturas de más de 25 grados , como en el Caribe , y las playas vacías. Nos descansamos una semana, y usted no puede imaginarse que tan rica es la comida. Muy diferente a la española. Muy liviana y fresca. Gozamos de las frutas, como melocotones, patillas, albaricoques.
Mientras tanto volvimos a la vida diaria. Y esta vida es de verdad muy complicada en este país alemán. Pero eso será otra carta.
La naturaleza se tranquiliza. Ya no se oye cantando a los pájaros. Las nieblas, día tras día, nos dejan sentir el frío húmedo. Pero eso sí es el otoño, cuando sale el sol, los árboles brillan en tantos colores, como rojo, café, amarillo. Que lindo. Hoy en la tarde encendí la calefacción en la casa. Qué agradable….. Alemania es mi patria.
Y como dijo uno de los poetas más importantes de Alemania, Heinrich Heine: pienso de Alemania en la noche, pierdo mis sueños .
Acabamos de comprarnos una calabaza para una sopa. En nuestro pueblo vive una familia , la cual cultiva cualquier producto y se lo compramos en su pequeña tienda. Por allá me encontré con otra amiga y charlamos y reímos mucho. La misma campesina además estaba perdida en un árbol, y le “salvamos“ la vida, ayudándole a bajar del mismo. Qué alegría entre nosotros, qué alegría por la vida. Qué energía nos dan estos momentos.
Los niños de ellas y nuestra hija jugaban hace años conjuntamente fútbol y tenis. Y así teníamos mucho que charlar. Y qué alegría, cuando le dije que Estefanía estaría en camino adonde nosotros para cambiar las llantas de su carro por llantas de invierno en el taller de Martín, unos cien metros de distancia. Los niños siempre regresan cada rato a su casa. Eso es la vida. Para eso estamos.
Ahora me preparo un té, lo mejoro con un poco de ron venezolano. Ya es oscuro. Coloco un disco con música clásica y me alegro de la vida.
Abrazos y saludos a mi segunda patria.
Norbert»