por Claudio Ochoa Moreno
El sacerdote eudista, Padre Rafael García Herreros Unda, un nortesantandereano, cucuteño exactamente, que ha contribuido a la grandeza de Colombia. Distinguido por su fuerte personalidad, serio en sus actuaciones e insobornable, por donde sea que lo analicemos –lástima por la aridez que desde hace décadas padece el Norte en la materia. Influido por la vida militar de su abuelo, general Régulo García Herreros y su padre, también general, Julio César García Herreros.
A la vida y obra de este gran colombiano ha dedicado su más reciente tarea investigadora el literato e historiador Antonio Cacua Prada, miembro sobresaliente de las Academias Colombianas de Historia y de la Lengua (en ambas instituciones sus propios compañeros académicos lo han enaltecido a la máxima distinción, de “Miembro Honorario”). “Crónicas del Siervo de Dios Rafael García Herreros” es su obra, que ha publicado la Corporación Universitaria Minuto de Dios, una de las instituciones de la Organización El Minuto de Dios, dirigida por el sacerdote eudista Diego Jaramillo Cuartas. Este último también discípulo (desde 1952) del Padre García Herreros, su biógrafo y ahijado de ordenación sacerdotal.

Interesante tarea plasmada en casi 360 páginas, prácticamente todas absorbentes, reveladoras de historias, del Norte, Sur de Santander y Colombia. Que inicia con Doña Juana Rangel de Cuéllar y la fundación de Cúcuta, para luego llevarnos a la estirpe de los García Herreros, el primero de los cuales, don Manuel, quien vino de España en 1809 y a continuación contrajo nupcias con doña María de Jesús Santander y Rangel de Cuéllar, prima hermana del General Francisco de Paula Santander.
El Padre nació en “La Perla del Norte” el 17 de enero de 1909, y falleció en Bogotá el 24 de noviembre de 1992.
LOS GARCÍA HERREROS Y CÚCUTA
En uno de sus párrafos nos ilustra con este dato logrado por el padre Jaramillo Cuartas: que en el árbol genealógico de la familia García Herreros Unda están, además de Juana Rangel de Cuéllar, María de Jesús Santander, prima del general Santander; el general Orbegozo, presidente del Perú; el obispo Juan Vicente Unda, firmante del acta de Independencia de Venezuela, en 1811, y monseñor Luis Pérez Hernández, primer obispo de Cúcuta.
En 1983, durante la conmemoración de los 250 años de la ciudad, el Padre ratificó su “cucutaneidad”, recordando cómo jugaba en la plaza de Mercedes Ábrego, oyendo a Elías Soto tocando las “Brisas del Pamplonita”, memorizando los poemas de Teodoro Gutiérrez Calderón, escuchando los “sermones encendidos” del padre Daniel Jordán (recuerdo su presencia cuando nos organizaba en los desfiles escolares… a mí me provocaba mucho respeto y hasta temor), leyendo las cartas del general Santander a su abuelo don Manuel, contemplando las palmas del parque Santander, bañándose en los pozo del río Pamplonita… Oyó tocar muchas veces al legendario violinista Ángel María Corzo, comió los pasteles de la “turra” (entre los cucuteños, pequeña, enana) Petra, recibió alivio de manos del médico Erasmo Meoz, presenció a doña Teresa Andressen estableciendo colegios y asilos para los niños. Cuántos personajes y vivencias que le graduaron como cucuteño de primera, que nuestros historiadores ojalá divulgaran como ejemplo de la grandeza de esta ciudad y de su gente, ¡de primera!

Su acción por la verdadera convivencia entre los colombianos, por la verdadera paz fue su construcción diaria. Todo fue tan claro en el eudista… Cita Cacua Prada el reconocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo a su obra, que fue la creación de “un modelo de erradicación de la pobreza”.
EL SACERDOTE Y ESCRITOR
La comunidad de los padres eudistas, de origen francés, llegó a Colombia en 1883, y 40 años después, el 3 de febrero de 1923, recién cumplidos sus 14 años de edad, el joven Rafael ingresó al Seminario Menor de Pamplona y logró su bachillerato en 1927, en medio de pequeñas dificultades, pues a veces no acataba la autoridad, al punto de que lo quisieron sacar del Seminario y su papá lo amenazó con meterlo al cuartel…

El sacerdote Diego Jaramillo Cuartas, actual conductor de la Organización Minuto de Dios y discípulo del eudista García Herreros también ha escrito una completa biografía del Padre, “Una vida y una obra”, en donde destaca su decisión de ser sacerdote, con sus palabras: “Uno no escoge, lo escogen. De un momento a otro le llega a uno la vocación de rendirse personalmente a Cristo. Se apodera de uno una fuerza interior, y lo esclaviza, lo somete, lo subyuga.”
En 1928 García Herreros es admitido en la Comunidad de los Sagrados Corazones de Jesús y María (los Eudistas) e inicia la nueva etapa en el Seminario Mayor de la Comunidad, en la hoy localidad bogotana de Usaquén, entones municipio cundinamarqués. Aquí, cita el biógrafo Cacua Prada, leyó autores griegos, libros de historia, de ciencias…más tarde los escritos de Santo Tomás de Aquino, de San Agustín de Hipona, etc., además de consagrarse en hablar, leer y escribir “el castellano, latín, griego, francés, italiano, hebreo, portugués, inglés y alemán”. También participó en dos centros literarios, y comenzó a destacarse como cuentista y humanista. Con los años publicó ensayos, reseñas, crónicas y numerosos géneros que han sido recopilados por la Corporación Centro Carismático Minuto de Dios. Incontables escritos y libros produjo el padre García Herreros, también relacionados con la dramática.
El 1931 comenzó sus estudios teológicos y la probación eudista. Esta última, dice el Padre Diego Jaramillo, son “los cuatro años que debe vivir el aspirante eudista para probar su vocación a la vida comunitaria”. Se familiarizó con el dogma, la moral, el derecho canónico, la liturgia, etc. y en marzo de 1932 recibió las primeras órdenes menores, año en el cual se inició el conflicto bélico con Perú, y el seminarista pidió ser enrolado, lo cual afortunadamente no se concretó. El 19 de agosto de 1934 recibió la orden sacerdotal en el templo de Nuestra Señora de las Angustias de Bogotá, que sigue de pie en San Diego, carrera 13 A # 23-23. Al día siguiente se estrenó como sacerdote, oficiando su primera misa en las Basílica de Chiquinquirá. Finalizando esa semana cantó misas en Cúcuta, en la iglesia de San Antonio.
Posteriormente tuvo varios encargos, como profesor en el Seminario de Santa Rosa de Osos y en Jericó. En 1939 pasó al Seminario de Mérida, Venezuela, y luego al Seminario de Santo Tomás de Aquino, en Pamplona, a Cartagena y Barranquilla.

EL EUDISTA Y CACUA PRADA
Una pausa, para exponer la vieja admiración que tiene el biógrafo Antonio Cacua Prada por el sacerdote eudista. Resulta que entre los regalos que el niño Cacua recibió con motivo de su primera comunión, el 19 de julio de 1938, estaba un librito titulado “Cuentos, por Rafael García Herreros, presbítero eudista”, que leyó con entusiasmo. Seis años luego, Cacua Prada llegó al Juniorato de San José de Miranda, pueblito santandereano en donde el reconocido académico de la Lengua e Historia comenzó a prepararse para la vida. Allí conoció a García Herreros, quien a sus 35 años de edad ejercía como profesor de historia, además de griego, latín, literatura, apologética…. en este internado. Han transcurrido 80 años…y el escritor santandereano, venido del pueblito llamado San Andrés, sigue estudiando al próximo beato colombiano. El Padre Rafael, dice, me estimuló en mis aficiones por el canto, la música, la declamación, el arte escénico, la caligrafía y el periodismo.
Cacua Prada ha preparado a miles y miles y miles de periodistas, y durante su amplia carrera profesional (es abogado de la Universidad Javeriana) ha sido diplomático y congresista. Autor de numerosas biografías y de historias sobre el periodismo en Colombia.
LA RADIO, PLATAFORMA PARA EL MINUTO DE DIOS
Estando como catedrático en Cartagena, en 1946, el Padre Rafael conoció a Antonio José Fuentes López-Tagle, propietario de Radio Fuentes, quien lo invitó a hablarle a la comunidad, por lo cual el cura creó el espacio semanal La Hora Católica, que luego difundiría en la radio de Cúcuta, junto a su hermana Ana Elvira García Herreros, y posteriormente estableció otra “Hora Católica”, en Medellín.

Desde entonces, el sacerdote eudista dedicó sus energías a crear y crear. En 1946 llevó a cabo una campaña cívica, erigiendo en la bahía de Cartagena un monumento a la Virgen del Mar, de 8 metros de altura, y su niño Jesús de 2 metros, sobre un podio de 10 metros. En 1950, en la ya citada Radio Fuentes inició su programa “El Minuto de Dios”, de cuya justificación tomamos este renglón: “…Debía existir un minuto, en la Tierra, de la Divinidad, para que hubiera paz, silencio, fe y alegría en este mundo. Es solo un momento, pero es el tiempo de la Verdad; en otras palabras, “El Minuto de Dios” expresa un instante de Dios en la Tierra”. Ocho meses duró el programa, pues el padre Rafael fue trasladado a Europa, a estudiar Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma.
En 1952 inició su cátedra de Filosofía en el Seminario Conciliar de Cali, a la vez que revivió el programa “El Minuto de Dios”, con 3 minutos de duración, por Radio Pacífico y La Voz de Cali, que comenzó a reproducirse por varias emisoras del país, comenzando su campaña “Una casita propia para cada familia pobre”, en un barrio caleño de 100 viviendas, que llamaría “El ojo de la aguja”, con la contribución de los más ricos, de $ 1.500 por vivienda. Algún sacerdote pensó que el cura García Herreros se estaba volviendo comunista e intrigó para hacerlo trasladar a Medellín, truncando su proyecto. En esta ciudad estaba el joven seminarista Diego Jaramillo Cuartas e iniciaron la amistad que los llevaría a trabajar muy unidos, formalmente desde 1967, siendo hoy Jaramillo la autoridad máxima de la Organización El Minuto de Dios. En la capital paisa volvió a iniciar el programa “El Minuto de Dios” en La Voz de Antioquia y en Radio Libertad, de Medellín, por muy poco tiempo, pues de nuevo lo trasladaron a Bogotá y consiguió inmediatamente un espacio para su programa en la Radio Nacional. Estando en esto se encontró con el rector de la Universidad Incca, Jaime Quijano Caballero, quien lo invitó a participar en sus programas a través de la Televisora Nacional…era diciembre de 1954.

NACIÓ EL BARRIO MINUTO DE DIOS
El 10 de enero de 1955 ya produjo la primera emisión de “El Minuto de Dios” en la televisión colombiana, e inició en forma su proyecto de conseguir vivienda para las familias de menores medios. Su imagen comenzó a verse en los hogares y ya recibía donaciones de los más pudientes. Estableció “El centavo de Dios”, centavos que aportaba la gente con base en el número de años de vida completados, y en los centros comerciales y en varios comercios colocó alcancías con el símbolo de su programa. Desde ese momento y hasta hoy, el Minuto ha contado con el patrocinio de Azúcar Manuelita. Inició los aportes a la construcción de viviendas, con un barrio en Palmira. Ayudar a los más pobres para que tengan una casa digna es la base para la dignificación de la persona, siempre basaba así sus actuaciones.

En 1956, ya en Bogotá, con el apoyo de unos universitarios construyó ocho viviendas elementales en la invasión Pardo Rubio, hasta que los sacaron de allí. Hicieron otras construcciones en el barrio Altamira.
En 1956 Antonio Restrepo Barco y Estanislao Olarte, donaron al padre dos hectáreas de terreno entre las calles 80 y 90 y carreras 72 a la 75, dando inicio al Barrio Minuto de Dios, en Bogotá. Al año siguiente entregó allí las 3 primeras casas, a la vez que ahí comenzó a funcionar su primera de 17 “Escuelas Populares”. Fue instituida la Asociación Comunitaria de los Habitantes de El Minuto de Dios, y con presencia del Padre, los sábados realizaban asambleas por cada conjunto delimitado. El Padre inició la publicación del periódico comunitario El Mensajero. Comenzaron a “llover” donantes, como la institutora Cecilia de Duque, la colonia judía sefardita, el presidente Alberto Lleras Camargo, entusiasta promotor de otra nueva obra del Padre Rafael, el célebre “Banquete del Millón”, que anualmente desde 1961, congrega a donantes pudientes, quienes a cambio de gruesas sumas de dinero recibían una taza de caldo y un pan. Estados Unidos y Canadá han sido sedes para el Banquete. Luego, en 1972, cambió el consomé por una copa de vino. Coincidencialmente, cuando se llevaba acabo el Banquete número 32, el 24 de noviembre de 1992, falleció el Padre en la Casa Cural de El Minuto de Dios.
Numerosos programas de vivienda campesina alcanzó a operar el Padre. También creó el Instituto de Desarrollo de las Comunidades y junto a líderes cristianos dieron vida a Fe-Rural, para el mercadeo de productos campesinos. Un programa de mejoramiento de vivienda. No todo tuvo feliz avance, la indiferencia y la falta de compromiso presentes en Colombia obstaculizaron varias obras. En complemento a lo anterior, en 1976 siendo embajador en Guatemala el historiador Antonio Cacua Prada, ocurrió allí un terremoto. Éste invitó a su antiguo profesor, el Padre Rafael, quien hizo presencia en ese país, logrando un acuerdo para construir dos mil viviendas en favor de los afectados por el desastre natural. Ante el terremoto de Popayán, en 1983, llegó el Padre, construyendo muchas casas, erigiendo una planta de casas prefabricadas y montando una planta de prefabricados de concreto. Ante la tragedia de Armero (1985) puso en marcha un hospital para recibir a heridos, y luego organizó 36 Banquetes del Millón, con miras a la reconstrucción en Guayabal y Lérida, en la vecindad armerita.
Cúcuta también se benefició de sus programas de vivienda. La familia Abrahim le donó la hacienda El Rodeo, con 60 hectáreas de extensión. Erigió entonces un barrio, dotado de colegio, templo y servicios públicos.

EL COLEGIO, LA PENA DE MUERTE, LA UNIVERSIDAD
El Barrio siguió adelante. En 1962 comenzó a operar el primer Colegio de Bachillerato de El Minuto de Dios, seguido del teatro y el Museo de Arte Contemporáneo, declarado en 2022 como el segundo mejor museo universitario del mundo. En 1979 inició un colegio para los alumnos reprobados, el Ateneo San Juan Eudes, bajo el principio de que había que ayudarlos, pues muchas veces sus papás los castigaban y echaban de la casa. Dos nortesantandereanos contribuyeron con el himno de la comunidad: Pedro Gelves con la letra, y Oriol Rangel con la música. En 1964 construyó la Casa Cural y el Templo Parroquial, constituyendo posteriormente la Parroquia San Juan Eudes, barrio Minuto de Dios, con su primer párroco el Padre Rafael. Fundó una panadería y supermercado, y luego diversos talleres artesanales, además de casas prefabricadas. Junto al Padre Jaramillo inició en 1971 las Casas Comunitarias del Minuto de Dios, para la formación de sacerdotes en la modalidad de pequeñas comunidades.
El siempre incansable Padre García Herreros tuvo la idea de convertir a los nativos motilones o barí al catolicismo, y en noviembre de 1963 los visitó en la selva del Catatumbo, vestido con “taparrabos”. Posteriormente recibió el apoyo de las Misioneras de Santa Laura Montoya, quienes abrieron allí una casa de misión. En este tiempo participó en un debate sobre la pena de muerte, declarándose a favor de ella, como medida en contra de la violencia. Años atrás también se había declarado partidario de la pena capital.
Por fin, el 5 de febrero de 1992, nació la obra que venía preparando desde hacía 30 años, la Universidad Minuto de Dios. El Padre tenía claridad sobre la educación que comenzaba a dar en los establecimientos de El Minuto de Dios, entre sus premisas estaba: “En estos colegios y en la Futura Universidad del Minuto de Dios, queremos formar jóvenes sumisos estrictamente a la Ley, seguidores insobornables de la Ley, de la Ley de Dios, de la Ley natural, de la Ley de la conciencia, de la Ley de la patria…”
LA OBRA SIGUE, PLENAMENTE
Ante la limitante de espacio que debemos tener con los lectores, es necesario privarnos de citar muchas otras obras y aportes del Padre García Herreros, que el académico Cacua Prada detalla en su obra “Crónicas del Siervo de Dios Rafael García Herreros”. Una parte de nuestra historia nacional, con relevo pleno en la brillante dirección del Padre Diego Jaramillo Cuartas, a partir del 24 de noviembre de 1992, día del fallecimiento del candidato a beato desde el año 2012, con el apoyo de la Comunidad Eudista.
Un gran creador de bienestar en la Tierra, para orgullo de los nortesantandereanos y de Colombia. Avancemos sobre sus propósitos, tal como lo señala Cacua Prada: “Realicemos sus anhelos, compadezcámonos por los sufrimientos ajenos, ayudemos a los necesitados y pobres…”