España ha iniciado este lunes 11 de mayo la ruta de “desescalamiento”. Urge satisfacer diversidad de insistencias y necesidades, para afrontar el coronavirus y a la vez recuperar la vida, en medio de los 27 mil fallecimientos que ya van a causa del fenómeno importado desde China Continental.
Las presiones son diversas y los intereses políticos y económicos marchan a la cabeza. Mal porque sí, mal porque no es el mensaje de los tenaces opositores al Gobierno del presidente Sánchez. El sector turístico, que aporta anualmente unos 180.000 millones de euros (algo así como el 75 por ciento del PIB colombiano), 15 por ciento al PIB y más de 2.8 millones de empleos, está ansioso, golpeadas décadas de reinado en Europa y el mundo.
A partir de marzo anterior, el segundo destino turístico mundial comenzó a desinflarse, mes durante el cual el gasto total de los turistas internacionales sufrió una baja del 63.3 %. No por su propia causa, el encanto del turismo español permanece vivo entre los habitantes del planeta tierra. Prendida la alarma, una de las agrupaciones más poderosas en el área,EXCELTUR asociación sin ánimo de lucro, con 30.000 millones de euros anuales como volumen de negocios entre sus asociados, comienza a buscar salidas en nombre de sus empresas (y del turismo español), como Iberia, Grupo NH Hoteles, Meliá, Globalia, Air Nostrum, Amadeus, Renfe y Riu, entre otros.
Sus solicitudes ( y las del turismo en general) al Gobierno son sobre temas como apoyos tributario, en nóminas, deudas y créditos; la suspensión de contratos laborales y reducción de jornada laboral; lograr de la autoridad que los consumidores acepten bonos canjeables por los importes de los servicios turísticos no prestados; renegociar, aplazar o condonar el pago de arrendamientos en los establecimientos industriales; conseguir un cupo de 40.000 millones de euros en créditos para el sector; condonar o cuando menos diferir impuestos, el IVA y aportes a seguridad social; y eliminación de tasas turísticas, hasta eximir a las aerolíneas de inversiones que lleven a evitar o reducir las emisiones de CO2.
En el segmento de sol y playa europeo, España es el país que más recibe turistas y el más afectado por el virus. Similar es su pérdida entre los competidores de turismo urbano.
No la tiene fácil el Gobierno, para atender tantos frentes a la vez. Pero tan involucrado que está el turismo entre los españoles, su caso debe recibir un tratamiento prioritario y especial. En lo económico poco a poco las autoridades favorecerán las demandas del sector, sin duda. En lo logístico, en el escenario, por ejemplo, las islas Formentera, Mallorca, Menorca e Ibiza desde la semana pasada ya pueden celebrar reuniones de hasta un máximo de diez personas al aire libre, y está permitida la apertura de las terrazas de los restaurantes, con una capacidad máxima del 50 por ciento. Ya es un hecho el reinicio en sus hoteles y alojamientos turísticos, excluyendo sus zonas comunes. Retornan los oficios religiosos, breves y con un limitante del 30 %, al igual que el turismo activo y de naturaleza, en grupos de hasta 10 personas.
Ahora el país está iniciando la fase 1 de “desescalada”, lo cual cubre al 51 % de su población, con flexibilidad similar a la que avanza en los archipiélagos españoles. Madrid comenzará a espabilarse desde el próximo 18 de mayo.
El 25 de mayo, al iniciar la fase 2, el turismo español abrirá seguramente los espacios interiores de restaurantes, con el 33 % de aforo, y la reapertura de cines, teatros, exposiciones y eventos de conferencias, con limitantes en aforos, claro. Para el 8 de junio es anhelada la fase 3, y el sector turismo prepara para entonces la apertura de playas. Todo esto para apoyar al turismo doméstico, pues el retorno de los turistas externos depende de la apertura que vaya propiciando cada país. Aunque una encuesta llevada a cabo por Exeltur muestra que probablemente los turistas internacionales comiencen a llegar entre octubre y noviembre, ya que sus países de origen, especialmente europeos, también deben abrir fronteras y esperar turistas. El asunto es de doble sentido.
Mientras tanto, avanzan las primeras acciones con miras a capacitar a los trabajadores para las nuevas circunstancias del turismo, más sostenible y digitalizado, junto a oferta y demanda con más valor añadido.
Madrid está en contacto con París, Roma y Berlín, y entre todos tienen ya un equipo de trabajo sobre el transporte, para permitir vuelos en verano, sin exigencia de cuarentena recíproca. La consigna es asegurar el turismo para afianzar a toda España. Cuanto avance logren los españoles, o cuanto freno vayan aplicando, servirán de guía para la mayoría de países de turismo menor o incipiente. Un modelo muy útil para la retaguardia.
El presidente Pedro Sánchez ya advirtió al dar la partida a la fase 1: “viene la parte más peligrosa y más difícil, vamos a iniciar una travesía sin disponer de GPS”. Confianza y mucha disciplina, Sánchez sabe que está de por medio la continuidad de su Gobierno, ante unos opositores que quieren beber de su sangre, y si las cosas no salen bien, vendrán más duelo y repuntes infecciosos, como en Alemania y Corea. España no debe perderlo de vista, en este intento de rescate de su turismo, que es como revivir el alma española, la fiesta de 24 horas, de meses, de años, de siempre.