Antonio Cacua Prada, nuevo Miembro Honorario de la Academia Colombiana de la Lengua

. – En la ocasión presentará la obra sobre Manuel Torres, primer embajador colombiano en Washington

por Claudio Ochoa

Este jueves 30 de noviembre, la Academia Colombiana de la Lengua entregará una distinción muy especial, la de Miembro Honorario. Su destinatario es el abogado economista, profesor universitario, escritor y académico de esta institución y de la Academia de Historia, Antonio Cacua Prada.

La mayor parte de la vida del santandereano Cacua Prada, nacido en San Andrés, Provincia de García Rovira, ha transcurrido entre academias, y su relación con la de la Lengua empezó con el rector de la Universidad Javeriana, Félix Restrepo S.J., en 1950, recomendado entonces por monseñor Rafael Afanador y Cadena, arzobispo de Pamplona. El jesuita le ayudó a ingresar a la Universidad, a estudiar Ciencias Económicas y Jurídicas, y Cacua se ayudaba económicamente escribiendo para el periódico El Siglo.

Ya, teniendo como director del diario a Álvaro Gómez, este le pidió cubrir educación y cultura, y volvió a frecuentar a Restrepo, ayudando a fortalecer la familiaridad entre ambos. En 1955, graduado de la Universidad, el padre Félix ahora era director de la Academia Colombiana de la Lengua, le ofreció que se vinculara a la Institución. “Pero le pedí un tiempito, mientras estaba en el Congreso Nacional y como diplomático en Centroamérica”.

POR FIN EN LA ACADEMIA DE LA LENGUA

Por fin, en agosto de 1990 decidió vincularse a la Academia Colombiana de la Lengua y fue juramentado como Miembro Correspondiente por su director, el jesuita nortesantandereano, Manuel Briceño. Para la ocasión escribió “Entre el fútbol y la filología”, un homenaje, al padre Félix Restrepo, quien siendo profesor en el Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga llevó el fútbol a esa ciudad, más o menos entre 1912 y 1913.

Una década luego fue designado Miembro de Número de la Academia. Su escrito para esta ocasión, en 2000, fue sobre “Cultura y Lenguaje”, de cómo evoluciona la terminología, especialmente en Bogotá. Allí ha participado en la comisión de Lexicografía, en obras como el “Breve Diccionario de Colombianismos”.

MIEMBRO HONORARIO

La máxima jerarquía que la Academia otorga es la de Miembro Honorario, que ahora le llega al catedrático en buena parte de nuestras facultades de Periodismo. Pasan años y años –dice—y a esta categoría no se proponen nombres.

Para esta ocasión tiene lista la investigación: “Colombia-Estados Unidos, Bicentenario de una Amistad. Don Manuel Torres, primer embajador colombiano en Washington”. Este don Manuel fue un personaje perseguido por los españoles, dadas sus tendencias afrancesadas, tuvo que refugiarse en Curazao. Tras investigar en España y en EE.UU. durante casi 50 años, Cacua encontró que “ Manuel Torres” era un seudónimo de Manuel José Casto Trujillo Jiménez. Seudónimo en homenaje a un militar que le ayudó a huir. Manuel no tuvo mayores actuaciones en Colombia, pero sí como embajador colombiano en Washington (siendo un español), logrando que EE.UU. reconociera nuestra independencia y la de los países latinoamericanos.

ENTRE LIBROS, DISCURSOS Y PRÓLOGOS

Sobre sus inicios como lector y escritor, Cacua Prada nos dice que su primer libro fue uno que le regalaron las monjitas de su pueblo, los cuentos del Padre García Herreros, y el Diario de Bucaramanga, obra del general de origen francés, Luis Perú de Lacroix, basada en su permanencia como edecán de Simón Bolívar en la ciudad santandereana, en 1828.

Este jueves 30 de noviembre la Academia honrará a uno de sus miembros de número, entre los más activos. Son 34 años dedicados a la causa.

Dice que García Herreros fue uno de los mejores cuentistas del siglo pasado, cuentos memorables con fines morales. Recuerda que fue alumno del fundador del Minuto de Dios en el Instituto de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, en el municipio de San José de Miranda, provincia de García Rovira. Que García Herreros lo ponía a recitar obras de Aurelio Martínez Mutis. También allí recibió muchos saberes del padre pamplonés Nepomuceno Ochoa, quien le enseñó la gramática de Andrés Bello. “Ambos influyeron enormemente en mi vida”.

¿Y dónde y cuándo comenzó a escribir? Cacua Prada ha producido más de 150 libros. Sus padres eran educadores, ella en colegios y él, periodista, tipógrafo y profesor de música, que se había graduado en el Conservatorio de Santa Cecilia, de Pamplona, dirigido por Gerardo Rangel, padre de otro ilustre nortesantandereano Oriol Rangel. “Mamá dirigía una revistica, “El Escolar”, que publicaba mi papá, y allí comencé a escribir en 1940, con la historia de mi pueblo. En Miranda (Santander) tuve “primera página” y reconocimiento con mi firma en la publicación denominada ADSUM, en el seminario de los sacerdotes eudistas”.

Buena parte de sus 150 obras han sido sobre el periodismo. Su tesis de jurista fue sobre “La libertad de prensa en Colombia”. Otras obras destacadas son “Historia del Periodismo en Colombia”, Historia del periodismo en Santander” e “Historia del Periodismo en Norte de Santander”. Destaca, igualmente, “Los hijos secretos de Bolívar”, que ha tenido varias ediciones. Otras obras dedicadas al beato José Gregorio Hernández, “quien me salvó la vida estando yo como diplomático en Costa Rica”.  Asegura que con pocas excepciones recibe estipendios por sus trabajos, pues la mayoría los dona a universidades e instituciones.

Ahora, tiene en vías de imprimir una obra anecdótica sobre la vida del padre García Herreros, a solicitud del sacerdote Diego Jaramillo, presidente de la Organización Minuto de Dios, quien valga aclararlo, anteriormente escribió “Rafael García Herreros, una vida y una obra”. La nueva obra comienza con Cúcuta, cuna de García Herreros, y sigue con alusiones a Pamplona.