Un hombre pasa por edificios quemados que fueron alcanzados por bombardeos en la pequeña ciudad de Bordodyanka, cerca de Kiev, Ucrania. ALISA YAKUBOVYCH.
Las velas corrían de mano en mano. Los sacerdotes, como una legión, iban recorriendo el templo, las encendían y a la vez repartían una oración impresa. A los pocos minutos, cientos de personas, con la catedral llena y a la luz del fuego particular, rezaron. Todos al unísono y en voz alta, por Ucrania, por la paz. Fue en Ambato, Ecuador, y yo era uno de ellos. Pero ellos no eran uno de nosotros, eso creía, eso creí. Me equivoqué. El mundo hoy es Europa, es nuestra guerra. Les importamos y nuestras heridas, nuestra sangre, les importa y les condiciona.
Sé que estamos en una columna financiera, pero es que entender la economía es comprender la condición humana, sus temores, sus miedos y sus esperanzas. Por ello, cada imagen de un golpe de metralla, cada lágrima empática es dolor, pero también es temor al futuro, es incertidumbre. Es la niebla que dejaría en puerto a Blas de Lezo o al mismo Elcano. Impactos directos sobre la confianza del consumidor y las expectativas de inversión empresarial. El entorno económico en el que los asesores de inversión empiezan a sugerirle a sus grandes clientes que se pongan en liquidez y esperen.
Alguno pensará que el riesgo es para un polaco o un moldavo, que Kiev queda muy lejos de Galicia, exactamente 3.854 km a Santiago de Compostela. Cierto, pero la distancia a Berlín no supera en mucho a la que hay entre A Coruña y Girona. Es decir, estamos observando, en tiempo real, una guerra en Europa y no en Asia Menor. Imposible pensar que no va a afectarnos.
Alemania, la austera, con pacifistas en el Gobierno, ha aprobado, entre aclamaciones de su clase política, una inversión de 100.000 millones en armamento. En paralelo, ha roto su línea roja de vender armas a países en conflicto. ¡Qué no diremos del resto de mercancías! Europa ya ha decidido ser base logística del ejército ucraniano y tierra de acomodo de los refugiados, sean cuantos sean. Polonia, atascada en conflictos permanentes con la Unión Europea es, en estos momentos, en su política de recepción de ucranianos, enseña de los principios más sólidos de la construcción europea. Europa central se acuesta y se levanta escuchando los latidos de la guerra.
Por ello, es bueno recordar que A Coruña es la quinta provincia exportadora de España y que Pontevedra es la número once. Ambas fuertemente conectadas al clima económico de Francia y Alemania. Por tanto, de inmediato den por descontados dos efectos directos sobre nuestra economía: moderación del consumo y de las ventas al exterior. Aunque es muy difícil frenar la inercia de crecimiento, sí veremos una ralentización. Lo que también observaremos, de hecho, y ya lo estamos constatando, es un crecimiento abrupto del coste de la energía y, en consecuencia, de la inflación. Aquí sí que tendremos que entrar en el puro debate político. Habrá que responder a estas y a otras respuestas: ¿Toca poner en pausa la agenda de la transición ecológica? ¿Tiene sentido renunciar al gas ruso y, en paralelo, cerrar las centrales de carbón? ¿Es sensato pensar que el gas licuado es la solución, cuando no tenemos suficientes plantas de regasificación? Y si las tuviéramos, ¿a quién se lo compraríamos? El mercado del petróleo y del gas se basa en contratos de larga duración, todo lo que sea compras de última hora se encuentran con la escasez de la oferta y precios más elevados. ¿Tiene sentido que en este marco anómalo deseemos ejercer políticas de piñón fijo? ¿Debemos seguir empeñados en no dar moratorias a la energía nuclear? ¿Y qué hacemos con los expedientes de energías renovables? ¿Seguimos al ritmo actual? ¿Debemos diseñar una política energética de guerra o extraordinaria?
Galicia, 6 de marzo de 202
El autor, Venancio Salcines es licenciado en CC. Económicas (1989) por la Universidad de Santiago de Compostela (USC). MBA por la USC (1990). Doctor en Economía por Universidade da Coruña (1997) y por la Universidad de Oporto (2000). Titular de Universidad en el área de Fundamentos de Análisis Económico (2000). Director de postgrado del área de mercados financieros en la UdC (1991-2007). Presidente Fundador de EF Escuela de Finanzas Business School (2005). Presidente de Fundación Venancio Salcines (2016). Socio Director General de CESUGA. Analista económico de referencia de la Voz de Galicia y de Radio Galega. En 2016 fue considerado por la publicación TopInfluenciers como uno de los cinco economistas españoles con más influencia en las redes sociales. Ha publicado en las principales revistas académicas de economía en lengua castellana y ha sido profesor visitante de numerosas universidades de América Latina.