por Hernán Alejandro Olano García
Ha causado revuelo recordar estas frases, debido a la expedición del Manual de Vestimenta del Ministerio de Relaciones Exteriores, ante lo cual, cuando te ven, las personas hacen una evaluación automática de tus características en base a tu aspecto y te dan un trato acorde con ella: “Como te ves, te sienten, como te vistes, te tratan”.
Sin embargo, en diferentes Manuales de Protocolo, de diferentes ministerios de relaciones exteriores, como en el de Panamá, hay una definición de la etiqueta, que es el “comportamiento y estilo a ponerse en práctica en actividades oficiales y privadas, en las cuales se debe acatar normas básicas de conducta y modales, en un marco ceremonioso. La etiqueta ofrece elegancia”. ¿Estamos ante la falta de elegancia de los funcionarios diplomáticos? Pues bien, el penalista Horacio Gómez Aristizábal siempre ha dicho que Colombia tiene pocos diplomáticos de carrera y muchos diplomáticos a la carrera y, estos, que no han seguido códigos protocolarios, tampoco poseen la etiqueta.
Una cosa es el relajamiento de las costumbres y otra, la desaparición de las normas. Indiscutiblemente, dice el manual panameño, que la primera impresión la da el vestuario. La expresión “traje” debe reservarse para el vestuario masculino y la denominación “vestido” para el vestuario femenino. Así tenemos, “traje de calle” “vestido largo oscuro”, etc.… Los colores oscuros, preferentemente, en horas de la noche o en actos solemnes durante el día… y, la denominación “casual” en tipo vestuario, es un anglicismo que debe evitarse…Evitar la expresión formal, informal o semi informal, porque no expresa definición alguna.
Ahora, todo es “casual”, el manual del área de talento humano del Ministerio de Relaciones Exteriores, titulado “Código de vestuario durante la jornada laboral de 2023”, se justifica, en su presentación, de la siguiente manera: “todos los funcionarios de la entidad deben promover prácticas alineadas al cumplimiento de los objetivos institucionales, a través de comportamientos que posibiliten la construcción de una imagen profesional y consecuente con la identidad y el contexto laboral. Así, y en congruencia con estos principios es preciso propender un modelo de vestimenta formal.”
¿No asistió el Canciller ni sus viceministros al Comité de Talento Humano en el cual se adopta el Manual?, ¿Culparán a gobiernos anteriores, cuando claramente se expresa que se expide para 2023? Pues parece que sí tuvo el aval del Canciller, pues en el mismo se lee: “Como lo enunció el Canciller Leyva en su discurso de presentación, todos los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores somos ministros y ministras. Por tanto, es importante tener siempre presente que, como funcionarios públicos, somos parte de una imagen institucional acorde a los principios de la cultura, identidad histórica y organizacional del Ministerio”.
Lo importante, es que, como el mismo gobierno lo manifiesta, el buen vestir, hace parte del “fomento de la diplomacia y prácticas formales que permitan el reconocimiento institucional, ante los diferentes escenarios nacionales e internacionales”.
Por esa razón, aun cuando los embajadores usen tenis o sandalias, el manual señala claramente que “El Ministerio de Relaciones Exteriores promueve los intereses nacionales en el exterior, es nuestro deber proyectar una imagen seria, profesional y acorde con la misión, visión y los objetivos institucionales, por esta razón la presentación personal no puede estar acompañada de ropa informal (como los tenis) en las instalaciones del Ministerio”. Por fuera, lo que sea, pero no en las funciones de Cancillería.
Álvaro Leyva Durán, junto con la poeta María Mercedes Carranza, fueron ponentes en la Asamblea Nacional Constituyente del artículo 16, el cual trata sobre el libre desarrollo de la personalidad, figura que permitió a la Corte Constitucional aprobar decisiones polémicas como la eutanasia, el aborto y el consumo y porte de la dosis mínima de estupefacientes.
Nuestro octogenario canciller, que aprobó el Manual del conflicto, ha manifestado que lo mejor, ante tal decisión, es lo que «la recta razón y el buen comportamiento, indiquen«.