Iván Duque, ¿cuatro años perdidos?

por Andreas Mariano Althoff Ospina (1)

Calidad de vida. Imagen de Brainly.

El ex Senador de la República Ernesto Macías Tovar publicó el año pasado el libro “Resiliencia” donde da un balance muy positivo de la Presidencia de su amigo y compañero de Partido, Iván Duque Márquez. Macías trata en varios capítulos los momentos más complejos del gobierno Duque, entre estos, la pandemia del COVID 19, la fuga de Jesús Santrich, el huracán IOTA, la migración venezolana, y las fuertes protestas sociales del año 2021.

Macías tiene razón en muchos puntos. El gobierno Duque tuvo logros excepcionales frente a varios retos enormes. Tanto más resulta sorprendente que no se lograron mayores éxitos en otros temas tan importantes para el contexto colombiano, como la corrupción, el narcotráfico, o la misma defensa de la democracia.

Este texto busca construir una imagen objetiva del gobierno Duque, sin caer en fanatismos políticos.

Democracia

Iván Duque llegó a la presidencia en 2018 en un momento de profunda polarización política. A pesar de la polarización ganó con una diferencia grande de más de 2.3 millones de votos. Uno reto grande de su mandato era evitar que las diferencias políticas desemboquen en un aumento de violencia política. Por otro lado, gran parte de su electorado esperaba la defensa de la democracia participativa, lo que hubiese significado el fin del acuerdo de paz con las FARC-EP, tal como el pueblo lo había decidido el 2 de octubre 2016 mediante plebiscito. Esto, por supuesto, también significaría el fin de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un mecanismo de justicia transicional y producto del mismo acuerdo de paz.

En este caso, respetar la democracia y la voluntad popular, tendría consecuencias drásticas para el gobierno Duque. La comunidad internacional hubiese condenado contundentemente (y financieramente) la no implementación del acuerdo, y los grupos armados responderían con violencia y terror, eso, contando con el apoyo (in)directo de la oposición y de varias ONGs y actores de la academia. Pero, implementar los acuerdos e irrespetar la decisión democrática, podría significar un costo aún más alto para una nación que en su historia de 212 años se ha consolidado como una de las repúblicas democráticas más sólidas del continente. El costo podría ser el fin de la democracia y el tránsito a regímenes totalitarios, ya sean de corte comunista, fascista o nacionalsocialista. Se abrió la puerta a lo que algunos académicos podrían llamar la “cubanización” de Colombia.

El gobierno actual tuvo la gran oportunidad de defender a la democracia contra sus enemigos internos, siguiendo los ejemplos de aquellos países que en su pasado ya sufrieron dictaduras. Estos países como Alemania, Polonia o Hungría incorporaron en sus constituciones elementos del concepto politológico de la “democracia militante” elaborado por el jurista judío y socialdemócrata Karl Loewenstein durante su persecución por el régimen nazi. La “democracia militante” permite defender la democracia contra grupos políticos que promueven ideologías totalitarias, como es el caso del Partido Comunes (antes Partido FARC) que tiene una ideología abiertamente comunista y marxista-leninista.

Políticos cercanos a ideologías antidemocráticas pudieron extender su influencia durante el gobierno Duque, pero sería falso afirmar que su gobierno fue una dictadura. Fue suficientemente democrático para permitir elecciones libres cuyo resultado fue la victoria del líder opositor, Gustavo Petro.

Los mecanismos para ejercer una democracia directa tampoco se fortalecieron en el gobierno saliente. El sistema judicial (politizado en muchos casos) supo cómo evitar procesos de revocatoria en diferentes municipios del país, y la decisión polémica de la Procuraduría de suspender provisionalmente al alcalde de Medellín fue interpretada por varios analistas como una medida autoritaria. Tampoco hubo iniciativas de referendos o plebiscitos nacionales para consultar asuntos de relevancia nacional con la población.

En resumen, la democracia se debilitó durante el gobierno Duque, y posiblemente se seguirá debilitando más con el gobierno entrante que simpatiza con las ideas chavistas de la dictadura venezolana y que ya anunció retomar las relaciones diplomáticas con el régimen de Nicolás Maduro.

Migración venezolana

La firmeza de Iván Duque con respecto a la crisis venezolana es admirable. Desde el inicio de su mandato Iván Duque no se cansó de advertir sobre los crímenes y violaciones de derechos humanos cometidas por parte del régimen de Maduro. El gobierno Duque reconoció a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela.

Además, Colombia se vio particularmente afectada por la crisis política y socioeconómica del país vecino. En cuatro años alrededor de dos millones de venezolanos migraron hacia Colombia para sobrevivir. Esto marcó un reto sin precedentes para un país de renta media alta como Colombia, que nunca ha sido un país de inmigración masiva, sino más bien de emigración. Era prácticamente imposible que el gobierno Duque estuviese preparado para atender a esta multitud de personas que estaban entrando al país, y aparte de esto, el tema de la migración era delicado porque podría implicar riesgos políticos.

Probablemente pocos presidentes colombianos hubiesen tenido la capacidad de resolver esta crisis migratoria de una manera tan eficiente y positiva como lo hizo Iván Duque con el apoyo de diferentes entidades como la Gerencia de Fronteras. Colombia no solo se destacó por la atención inmediata de aquellas migrantes que entraron al país en condiciones precarias, sino también impulsó las políticas públicas adecuadas, como el Estatuto Temporal de Protección, para lograr la integración socioeconómica de la población migrante. La comunidad internacional reconoció el trabajo del gobierno Duque con respecto a la crisis migratoria y hoy en día Colombia es un referente internacional para buenas prácticas en políticas migratorias.

Pandemia

Mucho se ha hablado de que a Iván Duque le tocó enfrentar una de las peores crisis en la historia reciente de la humanidad: la pandemia del coronavirus. Lo cierto es que la pandemia cogió a casi todo el mundo de sorpresa. Muchos tomadores de decisión, e incluso científicos, se contradecían con sus recomendaciones acerca de cómo reaccionar frente al virus de la China. Hoy resulta fácil criticar o alabar a Iván Duque por el manejo de la pandemia, pero sí hay que reconocer el trabajo de su gobierno con respecto a la reactivación económica.

Protestas 2021

La situación de la pandemia y los altos costos económicos de la misma empujaron al gobierno Duque a presentar una reforma tributaria controvertida. El anuncio de esta reforma tributaria fue el pretexto para convocar a un paro nacional y protestas sociales en abril del año 2021. Las protestas no siempre fueron pacíficas, y la respuesta de la fuerza pública en casos particulares fue desproporcionada y violenta.  Según la ONU, 63 personas perdieron su vida durante el paro nacional. Human Rights Watch, incluso habla de 67 casos. En este episodio, Colombia se convirtió en centro de atención de la comunidad internacional. Muchos medios extranjeros calificaron al gobierno Duque como opresor, dando la impresión de que Colombia estaría gobernada por un dictador al estilo de Saddam Hussein o Nicolás Maduro.

Colombia desde décadas no había vivido unas protestas sociales tan fuertes y largas como en el año 2021. Esto indica que algo no estaba funcionando bien en el gobierno de Iván Duque o que el presidente simplemente no logró conectar con buena parte de la ciudadanía por errores en la comunicación política. Sobre todo, los jóvenes y sectores de las minorías étnicas alzaron su voz durante las protestas sociales.

Pobreza

La escasez de oportunidades para estos sectores y la extrema desigualdad social son factores que explican la frustración de amplias partes de la población. Además, la pandemia causó el aumento de la pobreza. Según datos del DANE creció de 36% en 2019 a 42.5% en 2020, y en 2021 hubo 2.5 millones más pobres y vulnerables que en el año 2018.

Desigualdad

La desigualdad social vergonzosa del país se demuestra en el coeficiente GINI. Si bien es cierto que el coeficiente GINI se redujo ligeramente de 0.526 en 2019 a 0.523 en 2021, no sería justo hablar de un éxito con respecto a la reducción de las desigualdades sociales. Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales del continente mientras que la pobreza aumentó.

Seguridad Ciudadana

La pobreza y la desigualdad social, junto con la impunidad y la corrupción, son el caldo de cultivo para el crimen y la violencia. El canal France 24 tituló recientemente “Iván Duque centró su periodo en la seguridad, pero deja una Colombia más violenta.”  En realidad, resulta bastante difícil conseguir cifras confiables sobre este tema. Existen varias organizaciones no gubernamentales que sacaron informes con cifras, pero en muchos casos se trata de ONGs con una clara agenda política en contra del gobierno uribista. Algunos informes indican que en los cuatro años del gobierno hubo alrededor de 50.000 homicidios. La revista Americas Quarterly da la tasa de homicidios de 26.8 por cada 100.000 habitantes mientras que el Sistema Estadístico Delincuencial y Contravencional (SIEDCO) de la Policía Nacional, da la tasa de 25.0, lo que indica que la tasa se mantuvo similar a la del gobierno anterior de Juan Manuel Santos.

En este contexto, hay que mencionar también a los 957 líderes sociales asesinados durante los cuatro años del gobierno, y los varios policías asesinados durante el tal llamado Plan Pistola del Clan del Golfo después de la captura y extradición de su capo Otoniel, así como a los 22 policías que fueron matados por el atentado del ELN en la Escuela General Santander en enero del año 2019. Este hecho resultó en el fin de los diálogos entre el gobierno y el ELN.

Con respecto a los secuestros, sí se puede decir con más claridad que hubo una reducción de este delito durante el gobierno Duque, 0.28% de los delitos reportados fueron secuestros, frente a 0.42% durante el gobierno Santos. Aquí es importante señalar que la tendencia, igual que a los homicidios, es a la baja, lo que de todos modos no le quita el mérito al gobierno en este aspecto.

Colaboración. imagen de kabacademy.eu

Narcotráfico

Si miramos las cifras relacionadas al narcotráfico, el panorama es más que preocupante. La Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas de los Estados Unidos (ONDCP) dio a conocer que entre los años 2018 y 2022 los cultivos ilegales aumentaron en un 11.11%. En 2021 Colombia contaba con un total de 234.000 hectáreas de hoja de coca cultivadas y con un total de 972 toneladas, lo que nos puso en el triste primer puesto, antes de Perú, con 785 toneladas y Bolivia con 317 toneladas. En 2018 el Presidente Duque recibió el país con la entonces cifra récord de 208.000 hectáreas. Estas cifras demuestran que Colombia sigue perdiendo la lucha contra la narco oligarquía la cual sabe aumentar su capacidad para infiltrar las instituciones y la sociedad del país. Además, el uso del glifosato no se retomó en el gobierno Duque porque un fallo de la Corte Constitucional lo prohibió. En marzo 2018 el gobierno Santos se comprometió con el gobierno estadounidense de reducir los cultivos de coca por un 50% para el año 2023. Las cifras demuestran que ya parece hasta utópico alcanzar este objetivo.

Si hablamos de narcotráfico no podemos fijarnos solo en los cultivos. La producción de las drogas ilícitas es de mayor valor informativo. Según el mismo informe de la ONDCP, la producción de coca también aumentó en los últimos años de 869 toneladas métricas en 2018 a 972 en 2021.

Capturas como las del capo Otoniel fueron éxitos grandes, pero no dan una solución sostenible al narcotráfico. Como bien se sabe, cada capo capturado o muerto abre oportunidades para sucesores.

Corrupción

Aparte del narcotráfico, es la corrupción la que para muchos colombianos y colombianas representa el problema más grande del país. En el índice de la percepción de corrupción, publicado anualmente por Transparency International, se puede ver que Colombia ocupa el puesto 87 de 180 para el año 2021, en el 2018 se ocupó el puesto 99. A primera vista esto indica un mejoramiento de Colombia en este aspecto. Sin embargo, estos rankings se deben analizar con más profundidad porque es posible que otros países empeoraron con la corrupción mientras que la corrupción en Colombia siguió igual o empeoró menos que en otros países del ranking. Lo mismo aplica también para el ranking del coeficiente GINI.

El gobierno Duque no será recordado por los grandes escándalos de corrupción como el caso Odebrecht del gobierno anterior. No obstante, tampoco pudo evitar el “caso MinTic” donde alrededor de 17 millones de dólares (70 mil millones de pesos) fueron embolatados en el contrato de Centro Poblados. En este episodio la entonces ministra Karen Abudinen tuvo que renunciar y la oposición del gobierno aprovechó el momento para posicionar la palabra “abudinear” como sinónimo de corrupción.

Ya saliendo del gobierno se llegó a conocer sobre el posible desfalco de una alta cifra de dineros que fueron destinados para implementar el Acuerdo de Paz. En este caso la noticia sigue en desarrollo al momento de escribir el texto.

Otro punto por el cual el mandatario había sido criticado fue el nombramiento del Fiscal y de la Procuradora, ambos cercanos a su circo político o personal.

Medio Ambiente

Mejor que en la lucha contra narcotráfico y corrupción, le fue al gobierno en la lucha contra la crisis climática. El objetivo de la Alianza Global de los Océanos provee que los países deben proteger el 30% de su patrimonio natural hasta el año 2030. Colombia ya alcanzó esta meta durante el gobierno de Iván Duque con más de 30 millones de hectáreas marinas protegidas y más de 35 millones de hectáreas terrestres protegidas.

En temas legislativos sobresale la Ley de Delitos Ambientales la que sanciona con hasta 15 años de prisión a actores que promueven de manera directa o indirecta la deforestación en el territorio.

La lucha contra la deforestación también tuvo grandes éxitos con la operación Artemisa y con la siembra de alrededor de 150 millones de árboles. La deforestación se redujo un 13% pasando de casi 200 hectáreas deforestadas en 2018 a 170.000 en 2021.

Medio ambiente y salud. Imagen de gob.mx

En resumen, vemos que la democracia participativa no fue fortalecida durante los cuatro años del gobierno, por lo menos no para decidir sobre asuntos macro de la nación. La corrupción y el narcotráfico no fueron combatidos de manera sostenible, aunque hay indicadores para concluir que el gobierno Duque fue “menos corrupto” que el gobierno anterior. La migración venezolana fue gestionada de manera excelente y en este tema se superaron las expectativas. El manejo de la pandemia es complejo de evaluar, pero en general se puede decir que Colombia tuvo éxitos en la recuperación económica. Hubo logros importantes en temas ambientales y en seguridad ciudadana, sobre todo con respecto a la disminución de secuestros. Sin embargo, fueron preocupantes los homicidios contra policías y otros líderes sociales.

El balance no es sumamente negativo. Sería exagerado afirmar que fueron cuatro años perdidos, sobre todo teniendo en cuenta el reto de enfrentar una pandemia. Pero el balance tampoco fue sumamente positivo. Y esto se reflejó en las elecciones pasadas donde el electorado votó por una supuesta alternativa política. 

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  • Andreas Mariano Althoff Ospina, Líder Social como director de la Fundación Colombia Abierta. Magister en Relaciones Internacionales, U Sergio Arboleda con pregrado en Historia y Geografía Universidad de Bonn, Alemania.

Como colombo-alemán hace parte de las minorías étnicas en Colombia.

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