por Jorge Emilio Sierra Montoya (*)
De mi más reciente libro en Amazon: “Del Quijote y la María a Descartes y Piketty”, reproduzco a continuación, entre sus ensayos económicos, la versión que hice del presentado por el expresidente Iván Duque, entonces senador de la República, durante una conferencia que dictó en la Sociedad Bolivariana de Colombia sobre El pensamiento económico de El Libertador.
“Gran escritor del siglo XIX”
El presidente de la Sociedad Bolivariana de Colombia, Miguel Santamaría Dávila, comenzó por decir que el pensamiento económico de Simón Bolívar ha sido poco tratado, una razón de más -agregó- para escuchar con interés la conferencia que allí, en la hermosa sede de esa institución (situada al frente de la Quinta de Bolívar, en Bogotá), dictaría a continuación el entonces senador Iván Duque Márquez, joven y destacado dirigente del partido Centro Democrático liderado por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez.
Pues bien, tras aludir a su temprano conocimiento de la obra de El Libertador junto a su padre, Iván Duque Escobar, el congresista Duque Márquez exaltó a Bolívar como “gran escritor del siglo XIX” y declaró, sin rodeos, que el auténtico pensamiento bolivariano ha sido “distorsionado” en los últimos años, en tácita alusión a la manipulación que de sus ideas han hecho el anterior presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y su sucesor, Nicolás Maduro, al impulsar la llamada Revolución Bolivariana.
“Ciertos sectores han usurpado ese pensamiento bajo las banderas del populismo”, sentenció, al tiempo que enunciaba ideas como el rechazo a la libre empresa, una filosofía opuesta a los países con alto desarrollo económico y el cierre de los poderes públicos por el control absoluto del Estado, todo ello alejado, en su opinión, de lo que El Libertador propone en sus escritos.
“Por eso hay que volver al concepto de libertad que él tenía realmente “, declaró, identificando así el propósito central de su exposición, como suele hacerse en las presentaciones académicas.
“La verdadera democracia”
Para Duque Márquez, las influencias en tal sentido se extienden especialmente a Europa, a la Francia posrevolucionaria (es decir, posterior a la Revolución Francesa que dio origen a la democracia moderna) y, en especial, al viaje que en 1805 hiciera de regreso por Estados Unidos, donde Bolívar permaneció alrededor de tres meses.
Según observó con base en la debida investigación histórica, fue allí, en Estados Unidos, donde Bolívar, al decir de John Lynch, “saboreó el contenido de la verdadera democracia”, tal como él mismo lo habría confesado en una carta a algún diplomático caribeño.
Su concepto de libertad, pues, era político, pero también económico, con lo cual Duque Márquez empezó a plantear la tesis (bastante atrevida, por cierto) del presunto liberalismo económico bolivariano, precursor acaso del Neoliberalismo que aún está en boga en algunos círculos políticos y académicos, siguiendo las nuevas tendencias de la economía mundial en el marco de la globalización.
Sostuvo, sí, que Bolívar fue el arquitecto del paso de la economía colonial a una economía independiente signada por cambios en la moneda, el contrato laboral, el sistema tributario, el comercio; que, al ver la Economía como una ciencia social, fue el primero, desde la Carta de Jamaica, en hablar de integración precisamente para proteger la autonomía y la capacidad de crecer, y que la competencia leal fue para él, desde el Congreso de Angostura, otro elemento fundamental para enfrentar la competencia de los países con mayor desarrollo.
Aspiraba, en fin, a poner el Estado al servicio de la industrialización, promoviendo para ello el desarrollo incluso del sector agrícola (hacia la agroindustria, mejor dicho), con el debido apoyo al desarrollo científico por medio de la innovación, tal como planteaba hacia 1820 en Villa del Rosario.
La industrialización, en consecuencia, sería la meta. Por ello, no podía asfixiarse a la industria con pesadas cargas tributarias, según constaba en textos citados al pie de la letra; ni intervenir el Estado en la forma indebida para ser un obstáculo a la libre empresa (criterio que coincidía, según el expositor, con la mencionada defensa de la competencia), mientras hacía énfasis en la educación y, de nuevo, en el concepto de innovación, anticipando los criterios y las normas actuales sobre propiedad intelectual.
“Éste es realmente el pensamiento económico de El Libertador”, insistía Duque Márquez con la continua referencia a los apartes pertinentes de su obra.
Economía con justicia
Bolívar -anotó, como para no dejar dudas de sus críticas al modelo chavista y a determinadas políticas en el propio gobierno colombiano del entonces presidente Juan Manuel Santos- rechazaba el gigantismo estatal, señalando, en cambio, que el papel del Estado debe estar limitado tanto como el gasto público “que, si crece demasiado, genera el descontento popular que ya estamos viendo”.
Bolívar clamaba, además, por una economía con justicia; por un presupuesto balanceado -“No los presupuestos desfinanciados de hoy”-, según el principio básico de su ministro Castillo y Rada; por una educación humanista y pertinente para el desarrollo económico, orientada hacia la creación de empresas o el emprendimiento -“Que tampoco aceptan los falsos profetas”-, y por oponerse al populismo, más aún cuando él, Simón Bolívar, iba siempre acompañado en los viajes por libros de su biblioteca, donde sobresalían los de finanzas públicas.
“La Sociedad Bolivariana -dijo Duque Márquez al término de su intervención- debería retomar ese ideario para poner en evidencia el mal uso que de él se hace cuando se restringe la iniciativa privada y se destruye la riqueza o se pone al servicio del grupo gobernante, lo que es una verdadera deshonra para el nombre de El Libertador”.
Cuestionó, una vez más, el desconocimiento que padecemos sobre el pensamiento de Simón Bolívar, del cual subrayó, en medio de aplausos, que sus principales ideas son la libre empresa, el buen manejo de las finanzas públicas, el emprendimiento, la industrialización…
(*) Escritor y periodista. Exdirector del diario “La República