por Ricaurte Losada Valderrama
Imagen de edx.org
Reforma tributaria, inflación que ya sobrepasó
el once por ciento y que terminará al finalizar el
año como en el doce; el alza en la gasolina y
en los servicios públicos que inciden, sobre
todo el primero, de manera determinante en
todos los precios, particularmente en la canasta
familiar; la insólita guerra de Rusia contra
Ucrania y la recesión mundial, aspectos todos
plenamente interconectados que hacen muy
difícil la situación de la gran mayoría de
colombianos.
Y una pregunta ¿Cómo quedará el salario
mínimo para el año entrante?
Empieza en el Congreso el debate a la ponencia sobre la reforma tributaria que
contiene casi 200 páginas y casi 100 artículos.
La esperanza, si queda alguna, es que el
Congreso cumpla su función de delegatario del
pueblo, para que finalmente apruebe un
proyecto que menos lesione a la mayoría de
colombianos, puesto que no puede
haber tributos permanentes sin representación,
él finalmente será el responsable de cómo se
apruebe el proyecto.
Aunque nuestra admonición no va ser oída,
refererida a que no sería necesaria la reforma,
si realmente se combatieran la corrupción, la
evasión, la elusión, el contrabando, el
paralelismo en el Estado, las corbatas, los
contratos leoninos, los gastos innecesarios y el
aparato estatal se redujera a lo estrictamente
necesario, no dejo de hacerlo porque si algún día existiera un
Estado más eficiente y eficaz, no solo se
evitarían más impuestos sino que se
conseguiría, con nuestras inmensas
potencialidades, salir del subdesarrollado para
convertirnos, como debimos hacerlo hace
tiempos, en una potencia latinoaméricana y,
por qué no, mundial.
Y otra pregunta ¿Será que de verdad se
necesita la reforma? Porque no se olvide que el
asistencialismo es indispensable en un Estado
Social como el nuestro, con 22 millones de
pobres, pero siempre que él sea absolutamente
indispensable y que no vaya en contra del
estímulo al trabajo productivo. Como dice
nuestro pueblo, ni tanto que queme el santo, ni
tan poco que no lo alumbre.
El Congreso tiene la palabra y usted señor presidente Petro, también, porque creemos que
mantendrá su propósito de que haya justicia,
concebida esta de manera integral y que ello
no será posible sin cambios profundos, muchos
de los cuales, usted abandera.