Nuevo orden mundial con urgencia

por Ricaurte Losada Valderrama

El nuevo orden mundial que  se requiere y que será muy difícil de construir y adoptar, frente a tan amplios y complejos problemas humanos, solo será factible a través de un constitucionalismo más allá del Estado que haga vinculantes las determinaciones que la comunidad internacional y, particularmente los Estados, deberán, tarde o temprano tomar, si se adquiere verdadera conciencia sobre los inmensos peligrosos que afronta la humanidad.

Los líderes  estatales, celosos de perder poder, difícilmente lo ceden y, por ello, frente a la pérdida de dominio del Estado Nacional, esencialmente debido a la globalización económica y de las comunicaciones,  se resistirán a perderlo y triunfarán, por lo menos parcialmente, hasta tanto no haya conciencia suficiente sobre el inmenso poder y sobre la necesidad de ejercerlo por el ciudadano mundial.

El paso necesario hacia un Estado Regional, como el que se está dando a través de la Unión Europa, es muy lento  y mucho más lo será hacia un Estado Mundial, con el que se podría dar respuesta más eficaz a los angustiantes problemas humanos, algunos de los cuales muy poca espera dan, como el del calentamiento global.

Al respecto,  es aterrador,  pues desde que tengo memoria y, esta ya es bien larga, en razón a los muchos años  vividos que no había visto nunca llover tanto como en este año en que ha caído agua a granel, con consecuencias deplorables para el país en general y para tantos colombianos que están quedando sin techo y, por ende, sin abrigo, sin comida, sin esperanza alguna y muchos hasta sin vida, todo, de manera esencial, debido a la indolencia de los países ricos, partiendo de Estados Unidos y  China, máximos contaminadores  que ni siquiera dan la cara en la COP 27. Y pensar que este es apenas uno de los muchos problemas que agobian a la humanidad.

Entre ellos se encuentran, avanzar hacia un sistema internacional orientado al bien común, la preservación de los bienes públicos globales, como un clima estable, donde a falta de un consenso global, en expresiones de Ferry Yean Pisani, “…los esfuerzos tendrán que depender de una coalición cuyos integrantes converjan en objetivos difíciles de alcanzar”, o la biodiversidad, o el cambio de la primacía del mercado sobre la política y, por lo tanto, la necesidad del predominio del derecho sobre la economía, pues la globalización económica se afianzó por un vacío de derecho público, frente al vacío jurídico y al predominio del derecho privado, requiriéndose un gobierno político de la economía. Los Estados en realidad no gobiernan la economía. Es el mercado el que los gobierna.

Es entonces más que urgente un nuevo orden mundial que no se conquistará fácilmente y, el que se logre, responderá  de manera esencial a los intereses de las grandes potencias  que lo impondrán. Luego, el orden mundial que necesita el ser humano solo se hará posible cuando el ciudadano logre ser ciudadano  del mundo, pues es él, el único que podrá imponer el nuevo orden mundial que requiere el planeta y el ser humano.

En consecuencia,  una pregunta: ¿Resistirá el ser humano hasta cuando se haga realidad este propósito? Difícil, por no decir que imposible saberlo.

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