Ológrafo: las palabras del mar…

por Juan Pabón Hernández (*)

Uno aprende del mar que la vida no va en línea recta, sino curva, y que se forma de ausencias, como olas que conducen al puerto y luego se van, o como hojas secas que se siembran en el camino para orientarnos.

Que los arreboles son un espejo donde se reflejan los recuerdos, con ese color rosado y coqueto de las nubes que se asoman al atardecer, aromadas de la brisa blanca que evoca asombros e ilusiones.

Que la esperanza es la noción azulosa de algo que comienza al amanecer, antes de que el sol salude la mañana con el revoloteo de los pájaros marineros, que son las palabras del mar, volando en sueños.

Y que todo lo trenza el viento con los colores del tiempo, dibujando en las orillas del corazón las voces luminosas de las estrellas, dejando que la eternidad se siente a esperar en las márgenes opuestas del horizonte.

Mi amor platónico por el mar ha sido delicioso -e ideal-, y el estudio de sus rutas y corrientes por el mundo, me ha hecho permanecerle fiel, con esa sensación de inmensidad que surge de imaginar un milagro rezagado.

Y me ha enseñado de lejanías, de la belleza del silencio, del respiro de las olas, del firmamento que recoge en su intimidad la estirpe del infinito, de la soledad maravillosa que hace del pensamiento una promesa de luz.

Casi nunca voy al mar, pero él se posa en mi alma como una sugerencia venerable de los siglos repasando la vida, contando la historia circular del romance del sol y de la luna, que nunca se encuentran…

(*) El autor, Juan Pabón Hernández, cucuteño de toda la vida. Ex presidente de la Academia de Historia de Norte de Santander y poeta consagrado. Catedrático. Es editor de «Imágenes», revista dominical del Diario La Opinión de Cúcuta.