Pereira está de cumpleaños. Capital del Eje Cafetero

El Bolívar desnudo de Rodrigo Arenas Betancourt, símbolo mundial de la ciudad

Por: Jorge Emilio Sierra Montoya (*)

-Crónica del libro “Turismo cultural por Colombia”, recién publicado en Amazon-

La historia de Pereira, la capital de Risaralda, comenzó hoy, 30 de agosto, hace 159 años, pero también desde mucho antes, cuando los indios quimbayas recorrían sus tierras, libres, salvajes, hasta el mal llamado descubrimiento de América por parte de los españoles.

En este mismo sitio, hacia 1540, el conquistador Jorge Robledo, en busca de El Dorado, se lanzó a dominar la zona, presuntamente forrada en oro, y fundó a Cartago, la primera Cartago, donde hoy está Pereira.

Una historia fascinante, en verdad. Porque aquella primera aldea tuvo que ser abandonada (al parecer, por problemas económicos o en busca de la seguridad requerida por sus moradores para protegerse de los feroces ataques indígenas) y se reconstruyó, en 1691, en un sitio cercano: Cartago, que entonces llegó a ser un importante centro urbano durante la Colonia.

Después, mucho después, vino la colonización antioqueña del vasto territorio que se extendería desde el Viejo Caldas (con sus tres departamentos de hoy: Caldas, Quindío y Risaralda) hasta el norte del Tolima y el Valle del Cauca, una movilización popular sin precedentes en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX.

La nueva ciudad nació, pues, el 30 de agosto de 1863, en plena colonización paisa; fue obra de personajes que se fueron transformando en figuras épicas, míticas: Jesús María Ormaza, Francisco Pereira, Remigio Antonio Cañarte…, y retomó el nombre de Cartago, pero Cartago Viejo, levantado a golpes de tiple y hacha que arrasaban los bosques espesos, selváticos, del paradisíaco valle enmarcado por los ríos Otún y Consota o Consotá en honor a un legendario cacique quimbaya.

Sólo seis años más tarde, en 1869, fue bautizada como Pereira, nombre tomado del apellido de don Francisco Pereira, uno de sus fundadores.

¡Cuánta agua ha pasado bajo el puente!

Plaza de postal

Volvamos a la Plaza de Bolívar. Aquí resurgió Pereira, como el Ave Fénix, sobre las cenizas del primer Cartago, donde se hallaron los restos de un antiguo camposanto en los cimientos de la Catedral de la Pobreza, “primer museo in situ de la América hispana”.

Catedral de Nuestra Señora de la Pobreza. Cortesía Diario del Otún.

“Catedral de la Pobreza”, repiten sus gentes, devotas de la Virgen milagrosa (cuya imagen es una réplica de la original llevada en 1691 a Cartago), todo por iniciativa de Jesús María Ormaza, “católico ferviente” según reza una placa al interior del templo, en cuya cripta, en el mausoleo de los fundadores, también descansan los restos del padre Cañarte.

Sorpréndase, además, al ver que son dos catedrales en una. O mejor, es la misma, pero con la estructura inicial, en madera, descubierta en gran parte de la enorme construcción que tiene sobre su altar mayor la imagen sagrada del Pantocrátor, digno igualmente de veneración como la de Nuestra Señora.

Y al frente, llegando a la otra calle, se levanta el soberbio Bolívar Desnudo, símbolo por excelencia de la ciudad, que hace más de medio siglo, durante la celebración del centenario de la fundación, se apareció acá en tamaño gigante, con su brazo derecho en alto empuñando la llama de la libertad mientras con el izquierdo se aferra al animal en galope, agitado, sudoroso, que salta y queda suspendido en el aire.

Ahora está restaurado, como nuevo, o sea, como recién nacido. Tiene una larga vida, pero tampoco se le nota. El Libertador se volvió intemporal, eterno, viviendo en la gloria. Su inseparable caballo de tantas batallas le acompaña en este viaje interminable, sin regreso.

A su alrededor, algunas palmeras, que nunca faltan; los palos de mango, que nadie logró tumbar (sólo uno cayó por obra del odiado alcalde manguicida); una vieja casona paisa, que a duras penas sobrevive, y varios empinados edificios, propios de la urbe moderna, pujante, lanzada a la conquista del futuro.

Pereira cumple hoy 169 años, ¡pero está en la flor de su juventud!

Paseo por el centro

El centro de la ciudad es una meseta. Se extiende desde la Plaza de Bolívar, con sus brazos abiertos, hacia dos parques cercanos: el de La Libertad y El Lago, este último tan emblemático como el Bolívar Desnudo, con el encanto particular que nunca se olvida y un ambiente popular, siempre festivo.

El ambiente democrático, con hondo sentido social, se aprecia allí, igual que en la intensa actividad comercial a lo largo de las carreras sexta, séptima y octava, así como entre los vendedores que acosan por todos lados y a los gritos, como sólo se ve en las ciudades chinas… o en Medellín.

Tales aspectos populares se reflejan, sobre todo, en los rostros humildes, sin distingos de raza, de cientos de personas que se pasean al margen de complejos o ínfulas, aceptando que unos y otros somos iguales, como hermanos, según las viejas enseñanzas del cristianismo, su única religión. He ahí la movilidad social propia de sociedades abiertas, en opinión de los expertos.

Pero, sigamos el recorrido. Vaya usted a Ciudad Victoria, con centro comercial a bordo y el imponente Centro Cultural Lucy Tejada en honor a la gran artista pereirana, uno de cuyos murales está precisamente en la Iglesia La Valvanera del parque La Libertad, compitiendo con otro mural extraordinario, el único del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, a la entrada de la antigua clínica del Seguro Social, ya desaparecida.

El poeta de La Ruana

Dé un vistazo a la que fuera residencia del poeta Luis Carlos González (autor de la letra del célebre bambuco La Ruana, un himno local y nacional), ahora sede del Concejo municipal en su memoria; pase al Museo de Arte Moderno, con exposiciones de alto nivel -como fue la de El Viacrucis, de Fernando Botero-; entre al Teatro Santiago Londoño, con la sala Carlos Drews para sus muestras de pintura, y compre algo, porque tiene que hacerlo, en los numerosos almacenes de ropa, artículos deportivos, calzado, bolsos y correas, objetos de decoración y muebles para el hogar, a la última moda.

No olvide degustar los helados de El Lago, sitio al que debe darle varias vueltas alrededor para sentirse definitivamente en casa, y agradezca al cielo la maravilla de presenciar la mágica danza del agua, con su música de ensueño, que usted sólo encuentra en las principales capitales del mundo.

El Lago, sitio de encuentro de unos y de otros.

Por último, baje hasta el extenso Parque Olaya Herrera, con su edificio de la Gobernación y la Estación del Ferrocarril, adonde desemboca la Calle de la Fundación que empieza en la Plaza de Bolívar.

“¡Pereira es única!”, dirá usted al final del recorrido.

Belleza sin par

Elegantes centros comerciales, con las mejores marcas, y exclusivas zonas residenciales, que por momentos le hacen sentirse en Miami, más aún por el sol permanente, esplendoroso, con la luz, la intensa luz, las flores y los árboles, en un despliegue de belleza sin par, ante el cual ni siquiera sus habitantes dejan de sorprenderse.

Aeropuerto internacional, zoológico, modernas avenidas, escenarios deportivos, centro de convenciones, restaurantes y hoteles para todos los gustos y presupuestos, servicio rápido de transporte masivo y, en general, una óptima infraestructura que se abre con el viaducto César Gaviria Trujillo y el puente helicoidal hacia Santa Rosa de Cabal -¡no deje de bañarse en sus aguas termales, mientras se da gusto con sus famosos chorizos!-, luego de cruzar por Dosquebradas, municipio industrial que ahora parece un barrio de la flamante capital de Risaralda.

A pocos minutos, en sus afueras, parques naturales, con la mayor biodiversidad del planeta, incluyendo el Parque Natural de Los Nevados; paisajes maravillosos -por Cerritos, hacia Cartago, en la vía al Valle, o por la salida hacia Armenia-, declarados, con múltiples razones, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, y hacia donde vaya, gente linda y amable, verde y más verde, más y más árboles, más y más flores.

De veras que, al celebrar su nuevo aniversario de fundación, Pereira está -según dice un desprevenido transeúnte en la Plaza de Bolívar- más joven que nunca.

“¡Parece de quince!”, agrega, entusiasmado por la histórica celebración.

«Turismo Cultural por Colombia», la más reciente obra de Jorge Emilio Sierra.

(*) Escritor y periodista. Ex director del diario “La República”