Periodismo Digno

Por fin los medios más poderosos en los Estados Unidos mostraron su rechazo en vivo y en directo a las grandes mentiras desde el poder gubernamental, cortado el chorro al alucinado Donald Trump, como acaba de ocurrir a comienzo de este mes de noviembre.

Se reivindica esa misma prensa por las omisiones cometidas desde comienzo de este año, al no recriminar (ni silenciar) debidamente al mismo Trump, cuando este minimizó la amenaza que representaba para su país el virus chino, que hasta el momento ha significado allí la pérdida de casi 238 mil vidas. Luego vendrían las curas para la pandemia anunciadas por el mismo Trump, igualmente mentirosas, como también la no convincente infección sufrida por este en plena campaña electoral, y su supuesta e inmediata recuperación.  En su conjunto la prensa no dio la sensación de rechazo que el presidente y sus engaños merecían.

Pero se alborotó la impaciencia de los medios frente a las acusaciones de Trump contra los mismos estadounidenses y sus instituciones, de haber hecho fraude en su contra, sin las pruebas necesarias, amenazando al sistema electoral, a sus actores y a la democracia, acaso esperando que sus seguidores promovieran disturbios en todo el país o que las autoridades estatales corrieran a acolitarlo.  En pleno rosario de mentiras, las poderosas cadenas de TV ABC, Univisión, CBS, MSNBC, NBC, CNN y Fox, lo dejaron hablando solo.

Oportuno precedente para el país y los continentes, al que inmediatamente se unieron los medios escritos, como The New York Times y The Guardian. Ha primado el derecho que tienen los ciudadanos de Estados Unidos (y del mundo) a estar debidamente informados, por encima del derecho que tenía en el momento el presidente más poderoso sobre la Tierra, a replicar, a opinar o a informar, para el caso contaminado de calumnia y mentira. Censura hubiera sido evitar que Trump dijera una verdad.

Con su ejemplo, los poderosos medios estadounidenses nos están diciendo que ya no más, que es posible contradecir y acallar al poderoso.  Con mayor razón a otros que rondan y aspiran a la gloria.

Un llamado a estas tierras, en donde intereses extremistas y económicos buscan manipular a nuestros medios, con las mentadas redes sociales a la cabeza, aunque difícil, imposible, controlar a estas últimas. Comprometidos por ideologías y politiquería o por favores empresariales y personales, la falsa apariencia sigue ganando terreno en los medios tradicionales. En este servicio la consigna que amenaza es callar (¿o acolitar?) la mentira del gobernante, del congresista, del funcionario, del empresario, del adinerado, de los líderes, hasta de muchos falsamente denominados “sociales”.

Situación más grave en las regiones, en donde los medios dependen en buena parte de los favores de políticos y “gamonales”. Los de turno y los “clanes” dan sus favores, básicamente a punta de patrimonio oficial y con ello cuadran la noticia a su antojo.

Otro factor que favorece la mentira es la falta de conocimientos y de especialización del periodista, en promedio. Brilla el recurso del “todero”, que atiende lo judicial, a la vez que lo económico y lo político, por ejemplo. Ya sea por falta de presupuesto en los medios, ya por tacañería. De ahí que el comunicador no tiene forma de contradecir a su fuente, en casos por la inmediatez, en otros por desconocer el tema.

Personajillos de la vida pública siguen nutriendo su falsa imagen a punta de apoyo de los medios y sus comunicadores. Por ahora la prioridad es la nueva campaña electoral y se alistan para la arremetida. Miles de millones y millones de pesos estarán disponibles para montar nuevamente la trampa de mercadeo y comunicaciones. Desde nuestro interior y desde el exterior vendrán nuevas formas de mentira y nuevas motivaciones para crear desconcierto, con el apoyo de los medios, ya sea por su complicidad, ya sea por temor a fallar en el derecho a la información o por no poder distinguir entre lo falso y lo verdadero. Todo por el poder.

Desde orillas extremas los intereses por el dominio sobre una nación trataron de penetrar la campaña electoral en los Estados Unidos, y no lo consiguieron.  Con todos sus defectos, la democracia capitalista ha salido adelante. Hasta el gran mentiroso Donald Trump recibió su merecido. Ojalá medios que aún tienen credibilidad en nuestro país tomen nota de la experiencia norteamericana y comiencen a poner alto a las falsas apariencias, negando su acceso mentiroso y dañino, además de denunciarlas. Contribuir, además, a una digna formación del periodista.

Por encima de todo está el derecho ciudadano a ser honradamente informado, y acá estamos muy, muy vulnerables.  El desorden y el totalitarismo están rondando, a dar el golpe. Algo tan elemental, pero tremendamente decisivo nos puede ayudar, ya la SIP lo sostiene desde 1950: “Informar con exactitud y con verdad; no omitir nada de lo que el público tenga derecho a conocer” …” cuidar de que en las informaciones no se deslice la intención personal del que la redacta”