El edificio que fuera de Telecom, una joya desperdiciada?
por Claudio Ochoa
Es un tema sin respuesta. Nadie sabe cuánto acumula la población flotante del centro de Bogotá, que comprende buena parte de las localidades de La Candelaria, Santa Fe y Los Mártires. Lo que sí está claro es su deterioro y decadencia, sin que se vean acciones efectivas y a mediano plazo para detener la situación, y avanzar hacia un rescate.
Parte de ese retroceso se aprecia en edificios públicos y particulares abandonados, cada vez con menos posibilidades de recuperación, condenados de manera voluntaria (¿o involuntaria?) a su destrucción. De la avenida Caracas hacia el oriente y de la avenida Jiménez hacia la calle 24 es posible observar miles de metros cuadrados que podrían “reciclarse” para usos de viviendas, en favor de grupos de trabajadores organizados, que operan aquí.
Nos referimos a miles y miles de “inmigrantes” nacionales y extranjeros, al igual que bogotanos por nacimiento, quienes trabajan en estas localidades y deben recorrer a diario grandes distancias y dedicar horas y horas, transportándose desde sitios extremos como Fontibón, Soacha, San Cristóbal Norte, extramuros de Suba, etc., etc. Gente que se concentra en comercios y servicios organizados, en San Victorino, Los Mártires, la Plaza España, los tecnológicos de la carrera décima entre calles 20 y 22, por ejemplo. Colombianos y extranjeros que de todos modos están cubriendo cuotas mensuales en arriendos y gastos de transporte. Nada que ver con vagos de oficio ni con los desvergonzados que se cuelan en el Transmilenio, por pura afición.
Miles y miles de personas que podrían vivir muy cerca de su lugar de trabajo y dejar de sumar a las congestiones en los transportes público y particular.
Como que estas personas podrían beneficiarse de la Ley 1537 del 20 de junio del 2012, en cuyo artículo 64 facilita que «las edificaciones que sean de propiedad pública municipal o distrital o de propiedad privada abandonadas, subutilizadas o no utilizadas en más de un 60 por ciento de su área construida cubierta que no sean habilitadas y destinadas a usos lícitos» podrían subastarse. Y si fueran bienes nacionales, encontrar la manera de aprovecharlos. Ahí están valiosos activos como el edificio en donde funcionó la desaparecida Telecom, de la calle 23 con carrera 13, el del Ministerio de Agricultura de la calle 21 con décima, el Cudecom de la Caracas con 19, que quedó agónico tras ser habitado por el difunto ISS, o la joya arquitectónica del Icfes, en el Parque de los Periodistas, para solo citar cuatro ejemplos.
Hace 10 años, la Empresa de Renovación Urbana (ERU) informaba que entre la avenida Caracas y la carrera 10a., y de las calles 19 a la 26, existían 67 edificios que necesitaban ser recuperados. Tras el virus chino, en cuánto irá la cuenta?
El momento es propicio para entre todos utilizar estas propiedades. Aprovechar la luna de miel que hay entre los gobiernos nacional y distrital. Dialogar con esos grupos de microempresarios y empleados en buena parte de salario mínimo, y poner a su disposición algunos de estos edificios, facilitándoles su renovación y cordones de seguridad.
Que sí es posible, lo demostró el proyecto llevado a cabo a fines del siglo XX con el Conjunto Residencial Calle del Sol, de la calle 12 entre carreras tercera y cuarta, fruto de recuperar lo que fuera inicialmente una edificación de uso religioso, luego convertida en sede de la Inteligencia del SIC y del desaparecido DAS. Fue salvado este tesoro arquitectónico, a la vez que resultó vivienda estable y cómoda para cientos de ciudadanos.
Está vigente la investigación llevada a cabo por la magíster en Arquitectura de Vivienda de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Duffay Gutiérrez Paz, quien hace poco más de un año propuso que a través del reciclaje, dos edificios emblemáticos de la ciudad sean destinados para vivienda. Son los de Esso y Guadalupe, sobre la séptima frente al Parque Nacional. Ver, https://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/edificios-esso-y-guadalupe-una-demolicion-que-se-podria-evitar/
Que nuestros gobiernos nacional y distrital den buen ejemplo de recuperación y rehabilitación mediante proyectos piloto, en lugar de seguir destruyendo buenos edificios, para construir mediocres viviendas que a la larga resultan de menor calidad y mayor coste que lo recuperado y renovado. Para esto hay que pasar de la fácil y politiquera “subsidiaritis” a enfrentar verdaderos planes de conservación y adecuación, aplicando gestión. Un buen ejercicio piloto en el centro de la ciudad seguramente estimulará sucesivas acciones similares y contribuirá a mermar la congestión de nuestras vías, fomentando la peatonalización y el bienestar ciudadano.