Carta desde Alemania (4): Los niños sí son muy sabios

Escribe Norbert, quien en la década de los ochenta del siglo pasado sirvió en Colombia, desde la Embajada de la Alemania Democrática. Norbert sigue teniendo en su mente a Colombia, quiere a Colombia. Ahora es un educador dedicado a la formación de los niños alemanes. Nos cuenta su actual experiencia, entre feliz y dolorosa. Veamos:

En la radio regional hay una emisora, en donde proclaman cada día :
«Un día sin los Beatles no puede ser un buen día».

Para mi , eso es diferente. Un día sin la risa de un niño es un día perdido.
Desde hace ya más de veinte años la suerte me permitió laborar en una actividad, la cual tiene mucho que ver con niños.
Nuestra editorial, con la cual trabajaba, se dedicó al apoyo de las capacidades mentales de los niños.
Que tanta cosa, que tenía que aprender.  Escuché a científicos, quienes se dedican al desarrollo del cerebro de los niños.  Pude observar a niños, como viven, pasan el día, se abrazan, discuten, encuentran amigos , aprenden diariamente.

Lo más importante que aprendí: que los niños necesitan el espacio y el tiempo para poder desarrollar sus capacidades motrices, la motricidad gruesa, como la motricidad fina. Jugar, conocer, ganar sus propias experiencias, sin que los adultos interfieran.
Hasta la edad de tres años los chiquitines se crean de esa manera su propia estructura de pensar en la cabeza.  Y ahora empieza el proceso interactivo en el cerebro. Conectar sinapsis (aproximación especializada entre neuronas), empezar el proceso de desarrollar el pensamiento lógico, llegar a propias conclusiones.

LOS NIÑOS NOS ENSEÑAN MUCHO

Es por eso que los medios digitales se presentan como veneno para los niños . Los neurólogos infantiles recomiendan el control estricto hasta la edad de diez años. Bueno, sabemos , eso hoy por hoy ya no es realizable. Al contrario, así como nuestra editorial fue liquidada porque este material ya no coincide con los objetivos políticos , hasta los profesores hablan de un ataque violento al desarrollo sano de nuestros niños. La explicación es tan fácil como peligrosa.

Aprendemos mucho de los niños

De los niñitos uno puede aprender mucho. Ellos me ayudan a entenderlos mejor.
La última vez me preguntaron, ¿tú eres Norbert? Sí. ¿Contigo vamos a producir una película? Sí.  Pero…tu eres muy viejo. ¿Sí? ¿Cuántos años tienes? Y antes de poder contestar me propusieron ….tal vez 65, yo un poco sorprendido, Sí, alrededor…
¿Y tú sabes de computadores? Sí.   Al final de las dos horas, me abrazaron, se comieron las fresas que había traído, y me pidieron firmar autógrafos.  Eso sí es bueno.

Otro día me acercaba a una escuela en medio de la pandemia. Un niño de tal vez ocho años acaba de salir del edificio, con la máscara en la cara. Obligaron a todos los niños ponerse la máscara. Ellos sufrieron mucho. Él cruzaba mi camino, yo sin ese trapo en la cara. Con ojos tristes y oscuros me miraba. Lo saludé, Hola, ¿Cómo estás? No reaccionaba. ¿Te vas a casa? Sí.  Quítate la máscara, no la necesitas. No me lo quería creer. Le reí, trátalo! Se quitó la máscara, respiraba profundamente, me contestó mi risa. Y ahora, vete a casa. Se dio la vuelta , y empezó a correr, cantando, feliz de la vida.

LOS NIÑOS, JOYA A CUIDAR

Esa confianza, que pueden tener los niños en los adultos es algo muy vulnerable.
Es una joya. Hay que cuidarla. El primer día, en octubre de 2020, desde el cual los niños tenían que colocarse esa máscara,  dicté clases en una escuela primaria. En el segundo grado una niña lloraba silenciosamente. Le salieron las lágrimas como un riachuelo. La profesora la gritaba, que se comportara. Lógicamente eso no ayudó. La abrazaba , la tranquilizaba, y seguíamos.

La familia, ideal para el aprendizaje

En la pandemia más profunda varios padres no más permitían a los niños visitar a la escuela. En grupos de tres a cinco niños se encontraron en una familia y aprendían conjuntamente sin profesores. Un día los visitaba, me abrían la puerta, me preguntaban, ¿ tú, quién eres? Tres niñas , una rubia, una negrita, una con pelo moreno. Y hablaron siempre en coro. Soy Norbert. ¿Y ustedes, quiénes son ustedes?  Y me contestaron a la vez: Somos en la resistencia . Pasamos una hora muy feliz con sus padres.

Muchas veces los profesores no saben de las capacidades de sus alumnos. Día tras día se ven con unos 24 niños y no los conocen bien. No saben de sus talentos. Porque los niños sí son muy sabios. Cuando notan que ese adulto , que se llama profesor, no se interesa para ellos, cierran sus corazones, su alma se esconde, la boca trabaja sin creatividad.
No todos los niños son suficientemente fuertes, para poder aguantar esa situación. Ellos se callan . Los demás muchas veces lo entienden mal y el niño se queda a solas.
Cuando yo trabajo con un clase, en general el profesor está conmigo, me ayuda, me observa y aprendemos uno del otro.  Y muchos de ellos tienen el valor de decirme que ellos no sabían , qué niños tienen.
Una vez , en matemáticas , trabajábamos con cuerpos, desarrollando imaginaciones mentales y capacidades de pensar lógicamente. Niños de diez años, todos muy ocupados y creativos. Los profesores de todo el colegio tenían que estar presentes. Al final una profesora preguntaba a los niños, ¿y cómo les ha gustado?.  Se levantó una niña y contestó: «es la primera vez que me gustó estar en la escuela“.  Después fue planeado un curso para los profesores. Nadie se quedó, todos se fueron en protesta.  Bueno, a mi sí me gusto la respuesta de la joven.

Valorar a los niños

Durante tres años ,  un tiempo bien largo, los niños habían desaparecido en las calles.
Ahora sí regresaron. Gritando, chispotean, en bicicletas, sus risas , qué alegría.

LOS NIÑOS, LO MÁS IMPORTANTE

Los niños, los jóvenes, ellos , como decimos, representan nuestro futuro. Son lo más importante que tiene la humanidad.
Siempre pienso que ellos requieren de todo nuestro amor, nuestro cuidado, nuestro tiempo para su desarrollo.
La realidad es otra, es muy triste. Aunque en Europa los niños viven mucho  mejor que en su santa tierra, por ejemplo. En los últimos días varios gobiernos expresaron su desprecio. Por fin no les importan los niños. Con qué frío en sus voces hablan de los miles de niños que mueren en las guerras. Ni hablar de la niñez de millones en otros países .

Me recuerdo , cómo actuamos nosotros en la Embajada en Colombia en los años ochenta, todos ayudamos en la reconstrucción de una escuela en el Sur de Bogotá. Todos trabajábamos allá.  Después invitamos a los niños de esta escuela a la Embajada. Y estos niños, los veo ante mis ojos, no comieron, no jugaron, no hablaron con nosotros. Entendí mi error, de esa invitación. Hasta hoy siento esa pena .

Un gran abrazo y muchos saludos
a todos los niños de este mundo.
Norbert

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