Foto de Wikipedia
por Ricaurte Losada Valderrama
Generalmente el acontecer diario, nacional e internacional, donde este último cada día nos afecta más y en qué medida, a todos los seres humanos y, por lo tanto, a los colombianos, en un mundo cada vez más globalizado y, por ende, más interconectado y, en consecuencia, con mayor incidencia, pero impuesta desde afuera, por pertenecer al tercer mundo. Esto hace que muchas decisiones que debemos tomar dependan de las que se adoptan en la comunidad internacional, particularmente por las grandes potencias que deciden con base en sus particulares intereses, quedando el planeta prácticamente a la deriva en aquellas materias en las cuales hay interés económico de quienes detentan los mayores poderes, como acontece, por ejemplo, con el calentamiento global que puede poner en peligro la propia supervivencia humana.
En todo caso este hecho no da tiempo para muchas reflexiones sobre nuestros males y necesidades: una de ellas tiene que ver con la urgencia de hacer mayor conciencia sobre la inmensa corrupción, anidada no solo en el Estado, sino, en general, en la sociedad colombiana, corrientemente generada, entre otros factores, por la contratación, a través de la cual se cobran, es decir, se roban porcentajes elevados en detrimento del interés general y del patrimonio público, sin que de manera general le pase nada a los corruptos.
Se olvida por los servidores y funcionarios públicos que las finalidades de la contratación pública, se resumen en entender que el contrato es un instrumento utilizado para cumplir las finalidades del Estado Social de Derecho, hacer efectivos los derechos de las personas y prestar los servicios públicos, bajo el entendido de que los contratos no debieran ser una manera de saquear al Estado, es decir, a la sociedad, sino una forma de trabajo en bien de todos y ganando lo justo.