Tercera y última parte de la conferencia dictada en la Universidad La Gran Colombia.
por Mario Arias Gómez
En el entretanto, el rey Fernando VII que en 1820 había sobrellevado en España
una profunda crisis política por el alzamiento militar del ejército liderado por el general
Rafael del Riego contra su Majestad, con el propósito de restaurar la Constitución y el
gobierno liberal, restableció el 1° de octubre de 1823 la monarquía absoluta, disolvió
las Cortes y abolió la Constitución con todo lo dispuesto durante los tres años de
gobierno constitucional; terremoto que comprendió a los constitucionalistas del
Virreinato del Perú.
Paralelo, Simón Bolívar, el 1° de enero de 1824 cayó gravemente enfermo en
Pativilca (quinto distrito de la provincia de Barranca, departamento de Lima-Perú) y
Félix de Álzaga -plenipotenciario de las Provincias Unidas del Río de la Plata- arribó a
la capital en busca de gestionar la adhesión del Gobierno a la tregua pactada con los
realistas, cometido rechazado -ipso facto- por el Congreso.
Enrarecido ambiente avivado el 22 del mismo mes con el estallido de la ‘Rebelión
de Olañeta’ o ‘guerra Doméstica’, en la que el jefe militar español del Alto Perú, Pedro
Antonio de Olañeta, ocupado en combatir a los rebeldes se sublevó contra la
autoridad del virrey peruano, José de la Serna e Hinojosa y los defensores del Trienio
Liberal.
Agregado el que el 4 de febrero siguiente, el acuartelamiento del Callao se alzó,
compuesto por la infantería argentina de la Expedición Libertadora, algunos
colombianos, chilenos y peruanos, quienes enarbolando el pabellón español, se
pasaron a las filas realistas, entregaron la fortaleza del ‘Real Felipe del Callao.
Fortaleza ‘Real Felipe del Callao’
Amotinamiento seguido en Lurín -uno de los cuarenta y tres distritos que
conforman la provincia de Lima-, por el regimiento de granaderos a caballo de los
Andes, en que dos escuadrones se dirigieron al Callao para unirse a los sublevados.
Enterados los jefes del regimiento de dicha defección, con un centenar de subalternos
se dirigieron a Lima para unirse a Bolívar. quien instó al general Mariano Necochea
incorporarlos al regimiento.
Una semana después del motín, Bolívar dispuso abandonar Lima; desde Huaraz –
capital del distrito y provincia homónimos del departamento de Áncash- puso en
marcha el retiro del ejército en dirección al norte peruano, con la mira de reagruparse
en Huamachuco (sierra) y en Trujillo (costa), bajo la premisa de ‘Tierra arrasada’ –
secuestro de ganado, destrucción de cualquier recurso que sirviera a la sobrevivencia
y sustento del Ejército Real. Operación calificada por el descalificado malqueriente, el
‘diosdiablo’ de la época, Tomás de Heres (militar y político venezolano) “guerra a la
colombiana”.